El medio rural aglutina el 67% de las gasolineras

R.E. MAESTRO
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La desviación del tráfico hacia otras vías o la bajada de población en algunos pueblos se alzan como las principales razones del desmantelamiento de estaciones de servicio. Aún así, quedan 90 fuera de Burgos, Miranda y Aranda

Las gasolineras de la N-I ubicadas en Rubena fueron desmanteladas definitivamente durante el pasado verano. - Foto: Alberto Rodrigo

Doce gasolineras han cerrado a lo largo de la última década en la provincia, pero eso no impide que actualmente la gran mayoría se localicen en el medio rural. Quintanavides (dos), Mansilla de Burgos, Estépar, Sotopalacios, Rubena (dos), el Alto de la Varga, San Juan del Monte, Frandovínez (dos) y Quintanilla Sobresierra suman los doce 'esqueletos' que han quedado en las carreteras pero que no impiden que en la actualidad hasta el 67% de las estaciones de servicio burgalesas se localicen en los pueblos o en sus proximidades.

«Se han desmantelado fundamentalmente por algún cambio de tránsito de carretera, al abrir otra carretera o una autovía influye en el tráfico, y a eso se suma que en las zonas rurales ahora hay menos gente», señala como las dos principales causas Rafael Pizarro, vicepresidente y portavoz de la Agrupación de Vendedores al por menor de carburantes y combustibles de Castilla y León (Avecal). En definitiva, lo que antes resultaba rentable ha dejado de serlo. Aunque también añade a esos dos factores otros motivos personales que pueden generar un cierre. A pesar de ello, 90 de las 134 que ofrecen servicio en la actualidad según el Geoportal se encuentran fuera de Burgos capital, Miranda de Ebro y Aranda de Duero.

Uno de los últimos casos de áreas de servicio que cerrarán definitivamente y que se sumarán a esas doce es la de Fuencaliente de Lucio, ubicada en la N-627. Como reconocía su propietario, Fernando del Olmo, a este periódico «fue un negocio bueno en su día, pero cuando abrieron la autovía en noviembre se cayó». Sin embargo, en este caso ya se ha proyectado una nueva de las mismas características a los pies de la A-73, donde espera una buena afluencia de tráfico y recuperar así a la clientela que ha perdido con el estreno de la vía.

La gasolinera de Palacios abrió en 2008 y tiene 5 empleados. La gasolinera de Palacios abrió en 2008 y tiene 5 empleados. - Foto: f2estudio

Este tipo de negocios ha variado con el tiempo su forma de operar, explica Pizarro, que desarrolla que muchas de las que se abren actualmente -a las que considera simplemente punto de venta- no cuentan con trabajadores y resultan «infinítamente más económicas» que montar una instalación «más acorde con las exigencias del consumidor» con servicios como párking, tienda o baños. En cualquier caso, entiende que este sector «tiene que estar atendido en todo momento por personas» al estar tipificado de alto riesgo puesto que se trabaja con un producto «tóxico, contaminante y explosivo» que en ningún momento se debe desatender.

Las dos últimas estaciones que se han desmantelado en la provincia son las de Mansilla y Quintanavides, que en el año 2020 se pusieron en marcha los expedientes para desmontarlas. En el caso de la primera, de Repsol, significó la pérdida definitiva para el Valle de Santibáñez de la gasolinera que durante décadas dio servicio a vecinos y a usuarios de la BU-622 en la entrada de Mansilla. Mientras, en el caso de la de Cepsa, en Quintanavides, contaba con instalaciones que funcionaron a ambos márgenes de la Nacional I, a la altura del kilómetro 268. El coste de retirar los tanques de combustible y eliminar el resto de los elementos que componen la instalación ascendió hasta los 184.078 euros.

«Aquellas que han cerrado en las carreteras nacionales han sido debido a que les han desviado el tráfico y se suma que en los pueblos también ha caído la rentabilidad», opina también Julio Sadornil, presidente de la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Burgos. Aunque tampoco considera que el cierre de gasolineras en este tiempo resulte excesivo puesto que también se han instalado otras mediante diferentes fórmulas, más allá de las que tradicionalmente ofrecían servicios completos, tales como las de low cost.

Eso sí, en aquellos puntos donde han desaparecidos esas gasolineras que durante años y años han servido a los vecinos de un pueblo o comarca se nota especialmente esa ausencia. «Aquí lleva cerrada unos cuantos años ya, ahora tenemos que bajar a Sotopalacios o a Burgos, es lo que nos queda», explica Nieves Díez, alcaldesa Quintanilla Sobresierra, sobre la estación que se desmanteló a los pies de la N-623 y que les obliga ahora a recorrer bastantes más kilómetros para repostar. Como expresa Sadornil, hay zonas donde se nota especialmente esa falta de estaciones, como el caso de Belorado, donde hasta llegar al municipio no se encuentra ninguna más en sus proximidades.

José Olalla (Palacios de la Sierra): «La monté por dar un servicio en la zona, por la noche no había ninguna»

José Olalla asegura que decidió abrir en 2008 una estación de servicio en Palacios de la Sierra para ofrecer un servicio en la zona que hasta ese momento no existía. «A las diez de la noche cierran todas las gasolineras, si alguien se ponía malo y tenía que echar gasoil no tenía donde ir a esas horas», explica, que reconoce además que los clientes se lo agradecen. «De Burgos a Soria es la única abierta por la noche», desarrolla.

Antes de empezar con el negocio -que cuenta con la gasolinera y la zona de lavado- se encargaba de la distribución a domicilio, pero asegura que la insistencia de la gente para que montara esta instalación resultó clave. Se ubica entre Salas y Quintanar, permanece abierta todo el día y cuenta con cinco empleados. Mucha gente, eso sí, acude por la confianza y apoyar de paso al medio rural.