'Trampas' cada pocos metros

L.N.
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Basta un recorrido por la calle San Francisco y la plaza de toros de Aranda para comprobar los problemas que sufren las personas con discapacidad para moverse de forma autónoma. "En ese resalte rompo la silla", lamenta José Luis

'Trampas' cada pocos metros - Foto: L.N.

Las calles de Aranda de Duero suspenden en accesibilidad. Numerosas vías siguen sin adaptarse a las necesidades de quienes no ven, no oyen o tienen movilidad reducida, lo que convierte su día a día en la capital ribereña en una especie de carrera de obstáculos. Lo saben bien en la Asociación de Discapacitados Físicos de Aranda (Disfar). Diario de Burgos ha acompañado a uno de sus miembros, José Luis Moreno, para conocer de primera mano las dificultades que sufren.

Basta con un recorrido por la calle San Francisco y los aledaños de la plaza de toros para constatar la multitud de trabas que se suceden en pocos metros. Bolardos que, pese a estar fuera de la normativa, invaden varios tramos; baldosas rotas, bancos y papeleras mal situados que impiden disponer de un itinerario peatonal accesible...

Por no hablar de los bordillos con desniveles de hasta siete y ocho centímetros cuando deberían estar enrasados. Tanto es así que en un paso de peatones de la calle San Antón José Luis no puede subir porque entre la pendiente y el reborde, se queda clavado con la silla de ruedas. Así que se ve obligado a salirse del paso de cebra y meterse en la calzada, con el riesgo que ello implica por tratarse de una zona con elevado tráfico. Después, sube a la acera por una zona nivelada situada justo enfrente de la salida de un garaje. "Ahí rompo la silla, es muy peligroso", lamenta.

Tampoco puede cruzar por el paso de peatones de la calle Carro debido a los desniveles. Así que, una vez más, continúa por la acera y se ve obligado a invadir la calzada. "La mayoría de los desperfectos se deben a falta de mantenimiento y de poner interés", critica, mientras subraya que no le piden al Ayuntamiento arandino que acometa todas las actuaciones que exige la ley de accesibilidad de golpe "pero sí poco a poco".

Otro ejemplo que clama al cielo se encuentra cerca del aparcamiento de la plaza de toros. El pavimento táctil direccional finaliza, de repente, sin ton ni son, en un bordillo de diez centímetros de altura. Sin más indicaciones. ¿Resultado? "Que un ciego se pegue un buen leñazo". Moreno tampoco se puede descuidar y lamenta que parece que esté hecho "con mala leche".

Por si fuera poco, el pavimento con forma de botones, que sirve para advertir de un peligro, invade gran parte de los accesos a los pasos peatonales pese a que la normativa establece una franja de 40 centímetros. Moreno recalca que con la silla le molesta "muchísimo" y provoca dolor de pies a quienes sí que pueden andar. Sin embargo, todavía no se ha colocado este tipo de pavimento en algunos puntos con escaleras para indicar el cambio de desnivel. A ello se suman multitud de alcantarillas con rejilla que representan "una trampa" para los ciegos, ya que se les puede colar su bastón y tropezarse.

El colmo llega con la invasión de la vía pública con las terrazas. "Bares y más bares que no dejan espacio al pasar y forman embudos, no puede ser", lamenta. Como tampoco que apilen sus sillas en la calle o que coloquen mesas altas y toneles en la puerta. Moreno insiste en que debe quedar libre un itinerario de 1,8 metros junto a la pared. Además, recuerda que las terrazas deben tener pavimento táctil. De 300 locales, "nadie lo hace" y "sólo hay media docena accesibles".