Si nos paramos a pensarlo, es cuando menos extraño que seamos capaces de seguir con nuestra vida dada la cantidad de calamidades que se suceden a diario: terremotos, volcanes, niños y adultos que mueren de hambre, guerras…

Vivimos en una sociedad de apariencias en la que se supone que tenemos que ignorar las desdichas incluso si nos afectan de lleno. Solo cuando sucede lo peor (hospitalización o fallecimiento de algún familiar) tenemos derecho a estar tristes y abandonar nuestras rutinas… un par de días. Desde luego, si la desgracia es lejana, no podemos dejarnos influenciar por ella. Pensemos en la pandemia que acabamos de vivir: hasta que no la tuvimos en nuestra puerta, no afectó a nuestros hábitos. No podíamos imaginar que todo fuera a pararse, y es normal, porque como digo, lo habitual es que todo siga igual.

Business as usual, como dicen los ingleses. Es un término que escuché por primera vez cuando estudiaba la carrera de Empresariales, y cuyo significado me sorprendió tanto que sigo recordando ese momento. En el contexto en el que lo aprendí, significaba continuar con la actividad habitual de la empresa aunque esta estuviese a punto de quebrar. Disimular, vamos. Se trata de hacer como si no pasara nada, porque una vez que la empresa deja entrever sus problemas, los proveedores dejarán de servirle y los clientes de pagarle, y lo poco que se hubiese podido salvar, se pierde.

Con las tragedias que ocurren en el mundo pasa lo mismo. El otro día iba conduciendo y escuché por la radio lo que todos temíamos: las mujeres afganas han sido completamente sometidas de nuevo. Ya no pueden estudiar, están obligadas a taparse por completo en público, prácticamente se les prohíbe salir de casa… Un género entero -el mío, para más señas- aplastado en todo un país. Me quedé prácticamente sin respiración. Pero como el cuerpo es sabio y necesita sobrevivir, enseguida pensé en otra cosa, y a día de hoy lo tengo casi superado. Lo mismo me pasa con los niños de África. A Ucrania la tengo un poco más presente porque sale mucho en televisión, pero estoy en ello. Business as usual.