«La cristalería era el regalo estrella de boda, hoy ya no»

I. PASCUAL
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Retratos del Burgos olvidado (XXIII) | Francisco Valdivielso se crio rodeado de cristal de Bohemia en el taller familiar de Arcos. Dejó Empresariales en tercero de carrera y desde entonces labra arte para saborear en cada copa

Francisco Valdivielso Curiel, artesano tallador de cristal. - Foto: Valdivielso

Cada vez que Francisco Valdivielso levanta una copa para brindar, su mirada más que en el champán se detiene en esas filigranas que adornan el cristal y el tiempo se detiene por unos instantes. Siempre son miradas de admiración y cuando la obra es suya, de satisfacción y orgullo. Después de ese momento de recreación, ya conviene brindar. Una obra de arte siempre merece un brindis.  

No muchos burgaleses saben que en Arcos de la Llana hay un taller de tallado de cristal, que pusieron en marcha en el año 1968 los hermanos Aurelio e Isidro Valdivielso. Ellos ya están jubilados, aunque pocos días habrá que no pasen por el local e, incluso, echen una mano a Francisco en quien hoy recae el trabajo. Gracias a él se mantiene vivo un negocio que hace décadas fue muy floreciente, dio trabajo a los dos, e incluso, permitió contratar a tres obreros. Hoy, se basta Paco y mucho se teme que él será el último de esta estirpe de artesanos de la talla, ya que no hay relevo generacional a la vista ni mercado para producir tanto como en aquellas décadas doradas que permitió a la familia abrir una tienda en Burgos, establecimiento que sigue siendo un referente en decoración en la capital, Tadeval (Talla y Decoración Valdivielso), en la calle Laín Calvo. Al frente de la misma está Mónica, hermana de Francisco, pero por ella pasaron también una tía de ambos y su madre. «Esa tienda en el corazón de la capital la abrimos en 1976 y más tarde otra en Gamonal, en la calle Vitoria, pero ésta la acabamos cerrando», recuerda Paco, como le conocen en el pueblo, que era un chaval cuando su familia empezó esta aventura en la localidad.

Fue su tío Aurelio quien se lanzó. Como tantos otros jóvenes se había marchado a trabajar fuera, a Madrid, concretamente. Estaba en una fábrica de electrodomésticos cuando un conocido le comentó si le interesaría aprender a tallar. Y aprendió, pero no se quedó por allí sino que vino al pueblo, convenció a su hermano Isidro, padre de Paco, y montaron el taller, ellos que descendían de familia de agricultores, como casi todos entonces en Arcos.  

Y en ese ambiente, entre cristales de Bohemia, crecieron él y su hermana, haciendo sus pinitos pero sin intención de perpetuar el negocio o sí, quien sabe, aunque en aquel entonces no fuera consciente de la atracción que ejercía sobre él. Lo cierto es que Paco comenzó a estudiar Empresariales y lo dejó en tercero para quedarse en el taller de Arcos. «Todo lo aprendí de mi tío, él enseñó a mi padre y luego a mí que he ido evolucionando, así que soy autodidacta, lo cierto es que nunca he hecho ningún tipo de curso», explica este hombre que, a sus 45 años, se considera artesano, como aquellos herreros o carpinteros que también ejercieron en el pueblo. Estos eran oficios más propios de la época porque lo requería la actividad mayoritaria del pueblo, la agricultura y la ganadería, pero el suyo, el de su tío y su padre han dado durante décadas un plus de originalidad y calidad a Arcos de la Llana. 

Paco echa la vista atrás y con añoranza recuerda el muchísimo trabajo que tenía la familia en el taller e, incluso, cuando iban a ferias de artesanía cargados con el torno para trabajar en directo. Entonces labraban cristalería tras cristalería, botellas, juegos completos de copas de coñac, copas y vasos de agua, jarras..., y cuanto más cargadas mejor, era la moda, como lo era hacer ese tipo de regalos en las bodas. «¿Quién no tiene en casa una cristalería completa, regalo de boda a los padres, abuelos o a parejas que rondan mis años ?», pregunta mientras recuerda que antes el tallado era muy elaborado, «hasta se labraban las piernas de las copas». 

Entonces tallaban para vender no solo en su tienda sino a comercios de Burgos y de fuera, fundamentalmente de la zona norte. «Hoy los gustos son otros, tanto en regalos como en los labrados, ahora se tiende más al detalle, a la sencillez, líneas suaves, dibujos sencillos, nada recargados», afirma Paco, que añade que ahora se venden y se regalan más artículos personalizados, «con el nombre, una felicitación o una sencilla frase, no en serie». El filón actual está en el sector de la hostelería, en las bodegas y en regalos de empresa, con el grabado del nombre de la compañía y su logotipo, «en las copas que cualquiera vemos cuando vamos de tapeo a un bar, algo sencillo», explica. En este caso Paco trabaja el grabado automático «en el que el acabado no tiene nada que ver con lo que es el tallado manual», reconoce, consciente de que no queda más que adaptarse. Actualmente utiliza ambos procesos y los artículos se extienden a todo tipo de decoración y artículos de regalo. Además recuerda que también trabaja mucho la decoración de vajillas de cerámica para las comuniones. 

Pero lo que no ha cambiado es la técnica del labrado artesanal. El proceso empieza con un marcado de las líneas, como referencia o guía, y el dibujo; después sigue el proceso de desbastado, el corte que se hace en la talla, y que se realiza con ruedas de diamante con distintos tipos de corte para darle más o menos profundidad. El siguiente proceso requiere la rueda de cerámica para afinar el trabajo anterior, y después, se acaba con el pulido, en este caso con ruedas de corcho que saca brillo a las tallas. En cada proceso es necesario bañar el cristal con agua para refrigerarlo y evitar que se rompa. Los dibujos o motivos que se labran son también creaciones suyas, excepto cuando son encargos para grabar nombres o logos, o cuando se trata de artículos de regalo para turistas que llevan la Catedral u otros motivos artísticos de la capital o provincia. En todo caso, la empresa tiene un diseño que podríamos considerar su seña de identidad, dos ramos de laurel cruzados, con el centro libre para que el cliente elija su propio motivo. A pesar de la pasión con la que Paco hace su trabajo, este año de la covid está siendo difícil añadiendo incertidumbre a un oficio muy minoritario, lo que le permite subsistir. Internet es otro aliado para la venta y el marketing. Además del cristal de Bohemia, el más famoso, trabaja con dos marcas alemanas, Schott-Zwiesel y Spiegelau, que a los profanos no nos dice mucho, pero con prestigio en el sector.