Con el guri guri guri que lleva La M.O.D.A.

ALMUDENA SANZ
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La Maravillosa Orquesta del Alcohol pone en valor el patrimonio musical de su tierra y tiende un puente entre lo viejo y lo de ahora en 'Nuevo Cancionero Burgalés', que publica este viernes

José Ángel Hortigüela, Caleb Melguizo, Jorge Juan, Jacobo Naya, Álvar de Pablo, Nacho Mur y David Ruiz, en el mirador Peña El Mortero de Loma. - Foto: Patricia

Si Federico Olmeda o Antonio José hubieran decidido patearse la provincia en busca de tonadas populares en este nuevo milenio, apenas habrían encontrado quien se las cantara. Los pueblos agonizan. El modo de vida que alumbró aquellos cánticos se ha extinguido. Pero se llevarían una grata sorpresa al comprobar que aquel trabajo suyo ha despertado el interés de un grupo de pop que se quedó maravillado tras leer aquellas letras que cantaba la gente mientras segaba o se enamoraba, ha brujuleado en su legado, ha cogido estos versos de aquí y estos de allá y ha creado sus propias canciones, con esas letras, pero sin perder su sonido. La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) se rinde ante la sabiduría popular, saca pecho del folclore de su tierra y tiende un puente entre lo viejo y lo de ahora en las ocho canciones de Nuevo Cancionero Burgalés, su quinto disco de estudio, que publica este viernes.    

La cita para hablar de este trabajo es en Quintanaloma un lunes por la mañana. Estaba un señor pastor un lunes por la mañana, un lunes por la mañana estaba sentado al sol... Suena Un lunes, el primer tema del álbum, y sí hay un pastor sentado al sol, pero, ya jubilado, no remienda ninguna zamarra. 

Proponen hacer unas fotos en el vecino pueblo de Loma, abandonado, sin vida desde hace unas décadas, y mientras caminan recuerdan cómo empezó esta locura. Rechazan poner la etiqueta de innovadora a la propuesta e insisten en la humildad con la que se han acercado a este patrimonio de su tierra.  

«Va más allá de si es raro o más o menos frecuente. Hay veces que buscas inspiración en otro tipo de música y la calidad y trabajo casi ensayístico de la recopilación de Olmeda y Antonio José te da tal golpe en la cara que tienes que hacer algo con ello. No puedes dejarlo», se arranca Jacobo Naya. 

Y no lo dejaron. Escogieron los versos que les tocaban el corazoncito y les ponían la carne de gallina, dieron vueltas a los textos durante meses, se metieron en el local para componer la música e implicaron a Gorka Urbizu (Berri Txarrak) para la producción.

«Queríamos hacerlo a nuestra manera, no revisitar, no hacer un homenaje, no coger los instrumentos tradicionales, sino con nuestra música, nuestra manera de hacer las cosas», prosigue y añade David Ruiz que esa búsqueda de referencias en lo más próximo forma parte del proceso de una banda con diez años de historia, que empezó mirando hacia el mundo anglosajón, cantando en inglés, y ahora mira a sus raíces, a lo que hacía la gente que vivía aquí. Y literalmente: fliparon. «Nos pedía el cuerpo hacer algo, sin pretensión más allá de expresarnos y de la emoción de hacer canciones con letras de hace más de cien años que nos parecen atemporales». 

Unas tonadas que, en ocasiones, permanecen latentes en el imaginario colectivo. Incluso en el de ellos. Cuenta José Ángel Hortigüela, que jugaba en su pueblo, que tardó en identificar en los versos de Mañana voy a Burgos una canción que aprendió de niño. Y que para pasmo de sus compañeros canta de principio a fin: Con el guri guri guri que lleva la boticaria parece que va diciendo del junquillo sale el agua, del junquillo sale el agua... 

Confiesan los demás que habían escuchado la historia, pero jamás se había arrancado. «Me la había guardado para mí». Y suenan los aplausos de todos.

Una ovación que es para todo ese folclore que ahora han descubierto y los hace sacar pecho. «Nos sentimos muy orgullosos de que esta sea la música de nuestra tierra. Muchas veces en Burgos se ha tenido la sensación de que nada de lo que se hace aquí vale la pena y lo que se hace fuera es increíble y esta es nuestra manera de ponerlo en valor», enfatiza Ruiz, que admite ignorancia. Quizás, sugiere Álvar de Pablo, también es la edad. 

Tocaba ahora descubrir la sencillez, hondura y tristeza de los romances de los soldados que tanto amor, y más, dejan atrás (Mes de mayo, Tiempo de despedirse); la alegría, picardía, y otra vez sencillez, al entonar las emociones (La molinera, en la voz de Álvar, que adelantaron ayer con un vídeo de Danzas de Villalbilla, Mañana voy a Burgos); toda la verdad que puede encerrar una Canción de cuna...  

«No hay que despreciar lo nuevo para poner en valor lo viejo; la música es un vehículo de unión entre gente de diferente edad y lugares», advierten sobre un Nuevo Cancionero Burgalés que trae al siglo XXI las palabras que dijo Antonio José en el homenaje que le brindó su ciudad en mayo de 1936: Y la canción popular es también el hada buena que inspira la Música. A la MÚSICA con letras mayúsculas (...).