La gripe está de vuelta. En unas fechas en las que, antes de la pandemia, lo habitual era que los virus gripales circularan cada vez menos, ahora ganan terreno. Y no es la primera vez que en esta campaña despuntan lo bastante como para considerar que hay epidemia; después de un pico repentino en otoño, repiten en marzo. La diferencia está en que en octubre y noviembre se diagnosticaban, sobre todo, casos del tipo A y en esta recta final del invierno, en cambio, la mayoría de los diagnosticados son del B, que los expertos consideran menos grave.
La pandemia por coronavirus provocó una 'revolución' epidemiológica que parece no haber terminado. Como prueba, una breve cronología. Los virus gripales estuvieron desaparecidos durante dos campañas seguidas: la del otoño invierno del 20/21 y la siguiente, 21/22. En cambio, en abril del año pasado, cuando nadie la esperaba, empezó la epidemia y afectó, sobre todo, a los niños. Fue breve, pero en reapareció en octubre, cuando se diagnosticaron más de 50 contagios por cada 100.000 personas y, por tanto, se dio por iniciada la clásica epidemia invernal. Más allá de lo adelantado de las fechas -empezó un mes antes de que se empezara a vacunar a la población general- el comportamiento fue el habitual: nueve semanas por encima del umbral epidémico y caída.

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