Inmortalizar el vocabulario de la villa condal

S.F.L.
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El periodista y filólogo Eduardo Rojo recopila el particular léxico de su pueblo en el libro 'Estudio dialectal del castellano norteño: el habla de Oña'. La obra nace de la incesante selección de 800 palabras a lo largo de 2 décadas

Eduardo Rojo (dcha.) junto a Manuel Plaza, más conocido en la villa como Lolo, uno de los entrevistados. - Foto: S.F.L.

En la villa condal, sus habitantes, más que albarcas utilizaban almadreñas para ir a trabajar al campo; y en vez de cocinar el pan en el rescoldo lo hacían en el rescollo. Son palabras típicas de esta localidad ahora recogidas en el libro Estudio dialectal del castellano norteño: el habla de Oña. Eduardo Rojo es el autor de esta publicación que nace de la constante recopilación de 800 palabras del léxico general oniense a lo largo de dos décadas. Periodista y filólogo, este vecino reside desde hace más de 30 años en Vitoria, aunque siempre se ha sentido muy vinculado a su tierra, que visita muy a menudo cada vez que el trabajo se lo permite.  

Muchas de estas voces no aparecen en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) y están en desuso, pero todas ellas reflejan un modo de vida prácticamente extinguido, que permanece solo en el recuerdo de las personas mayores del municipio. «Hay palabras que se mueren con la gente y con los pueblos que se quedan vacíos. Por eso es urgente dejar testimonio del léxico rural, antes de que quede sepultado por el olvido y arrinconado por una lengua cada vez más estandarizada», declara el autor.

El resultado de todas las experiencias que Rojo ha vivido desde su infancia con la lengua y los vocablos ha quedado plasmado en el ejemplar, que puede adquirirse en librerías de Burgos y de la Bureba. Desde bien jovencito se interesó por el significado de cada término e investigó sobre aquellos 'palabrejos' que tanto escuchaba a sus padres y abuelos pero que no entendía. Los cuatro años que residió en Suiza y un idioma nuevo aceleraron el interés por descubrir el concepto de las expresiones.

La obra no se trata de un simple diccionario, ya que incluye apartados específicos semánticos dedicados al pastoreo, la resina, la agricultura, la molienda, la herrería o las actividades del hogar, en los que se combina lo lingüístico con lo etnográfico. Estos testimonios han sido recogidos con entrevistas directas realizadas a cinco grandes conocidos de la villa: Manuel Plaza, Manuel Bárcena, Victorino Bárcena, Javier Saiz, María Gredilla y Ángel Acebes, los tres últimos ya fallecidos, «los más oportunos para recoger el abanico léxico de la zona por sus fascinantes vidas», asegura.

De las 800 palabras recopiladas, Rojo selecciona cerca de 200 términos, que ha analizado de un modo exhaustivo en entradas independientes. La tercera parte, como ansear, beldar, cagalita o bochincha,  no figuran en el Diccionario de Lengua Española, pero están muy arraigadas en el léxico tradicional de la localidad, aunque varias de ellas ya no se utilicen o las conozcan pocos hablantes, como berezo o bríncula. Hay otro grupo que sí están incluidas pero con una acepción distinta a la de la villa condal, como por ejemplo canal, macaco o turrar.

Eduardo Rojo además compara las palabras onienses con las hablas de las comarcas limítrofes. De este modo, el análisis constata una comunidad dialectal entre los hablantes del norte de Burgos (la Bureba y las Merindades), noreste de Palencia (el alto de Campoo), sur y este de Cantabria, el oeste de Vizcaya (Valle de Carranza) y la parte occidental de Álava (Valle de Valdegovía). «El trabajo tampoco lo considero un mero lexicón del habla tradicional de Oña -lugar enclavado en el territorio donde nació el primitivo romance castellano, en el Alto Ebro-, ya que comparo las palabras onienses con las hablas de las comarcas limítrofe», sentencia.