«Sentimos la presión del trabajo que ha hecho nuestro padre»

R.N.S.
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Para esta familia es fundamental que el futuro sucesor se involucre en el negocio antes de realizar el traspaso

José Antonio entre sus hijos, Diego y Virginia, en la nave ubicada en la calle Alcalde Fernando Dancausa, 17 . - Foto: Alberto Rodrigo

José Antonio hace cuarenta años se fue abriendo camino por un sector de insuficiente fama en la época. Aislaba acústicamente locales, viviendas o fábricas en un momento donde ni las ordenanzas de ruidos y vibraciones ni las herramientas para medir decibelios eran realmente conocidas. Sin embargo, las largas horas de trabajo dieron lugar a un proyecto por el que su hijo pequeño continúa luchando.

Diego fue el hermano que más interés mostró por el negocio de su padre pero no el único, ya que su hermana Virginia se encuentra en la oficina. En el año 1999 entró en la firma y cinco años más tarde, su padre le traspasó la titularidad. El heredero decidió seguir los pasos de su padre, siendo consciente de que la empresa estaba en un momento muy bueno, que su política de trabajo era favorable y que los montadores, quienes llevan cuarenta años con ellos, conocían como hacer su trabajo.

Aseguran que más que un traspaso ha sido una transición, un paso más que tenían que dar. «Lo ideal en una empresa familiar es que el hijo esté involucrado en esta durante varios años, de esta forma se conoce mucho mejor el oficio que se va a desempeñar. Si el sucesor llega cuando se va a realizar el traspaso, no va a saber cómo se han estado haciendo las tareas», explica el actual propietario. No les ha sido necesario llevar a cabo ningún protocolo familiar pero cuando el hijo comenzó como titular decidieron crear una imagen corporativa y establecieron una serie de normas, como una tan básica, pero a la vez importante: no hablar del trabajo fuera de las horas laborales. Algo impensable para el fundador, quien al encontrarse solo en la firma siempre que se marchaba «de vacaciones a la playa» se llevaba «el teléfono en el bolsillo», recuerda José Antonio.

Para esta familia es fundamental que en una empresa pequeña y familiar todos los empleados se sientan parte de esta y haya un ambiente de cercanía. Todas las soluciones y los consejos son bienvenidos independientemente de quien lo diga. Sus empleados llevan en el establecimiento 40 años, por lo que conocen perfectamente la forma de producir.

Aunque quizás las exigencias que soportaba la anterior generación eran menores que ahora, ellos aseguran que su progenitor ha tenido que aprender desde cero a llevar el comercio por lo que conservan gran respeto hacia la firma. Además de esto, los hijos sienten una gran presión por la fama que tiene la generación del fundador de la empresa. Poseer buena imagen hace cuarenta años era muy importante ya que los clientes se ganaban a través de las opiniones, las cual es iban de boca en boca de los habitantes. Hoy en día, no es tan importante lo que se hable en la calle si no lo que aparezca en las plataformas online. Para el dueño actual es primordial la imagen pero sabe que los tiempos han cambiado y que las opiniones son virtuales y, como asegura su hermana, «si no apareces en internet no existes».

José Antonio siempre ha estado muy contento con su oficio y solía ir a ver el trabajo de su sucesor. Sin embargo, llegó un momento en el que decidió no volver. Explica que la nueva generación debe ganarse su propio espacio y que no se puede vivir para siempre del buen trabajo que los anteriores hicieron. «Hemos tenido que evolucionar, no nos podemos permitir estancarnos por lo que cogemos el buen trabajo de nuestro padre y lo hacemos igual o mejor», añade Diego.

 

 

HISTORIA

 

José Antonio vio una publicidad de sistemas de aislamiento térmico cuando se dio cuenta de la cantidad de dinero que las personas invertían en calentar sus viviendas. Tras este acontecimiento, se fue a Madrid a conocer dicho método y al ver que era algo muy sencillo quiso llevarlo a cabo. Puso distintos anuncios y cuando quiso llegar a Burgos con la nueva máquina ya había cubierto un mes de trabajo. 

De esta forma creó, el 1 de agosto de 1978, Aislamientos Castilla que, al paso del tiempo, ha dejado a un lado el aislamiento térmico y se ha ido especializando en el aislamiento acústico.

Después de tantos años de esfuerzo, en 1999 su hijo pequeño Diego quiso ayudar a su padre con el proyecto y desde el 2004 ostenta la titularidad de la empresa.