En hora buena por tres concejales

B.A. / Salas de los Infantes
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Gracias al empeño de una parte del Pleno de Salas de los Infantes, la iglesia de Santa María estrena reloj y recupera el aspecto original del campanario, en el que estaba incrustada la anterior esfera

El nuevo reloj se va a colocar justo debajo de donde estaba el anterior, lo que permitirá recuperar la simetría del edificio. - Foto: f2estudio

Ha marcado el paso de la vida de los salenses durante varios decenios, casi noventa años sobre la torre de la iglesia de Santa María de Salas de los Infantes. Este viejo reloj, original de 1936 y fabricado por la Relojería Julián Peña de Santa Cruz del Valle Urbión, se ha despedido para dejar paso a uno nuevo, automático, con iluminación nocturna y que es una réplica exacta aunque un poco más pequeña de su última esfera, ya que ha tenido dos. El motivo de la sustitución es que el paso del tiempo lo ha ido deteriorando y no funcionaba bien, se adelantaba y había que corregirlo continuamente. Además, algunos de sus elementos (las agujas rozaban con parte de la esfera) corrían peligro de desprendimiento. Su instalación, detrás de la que se lleva tiempo, ha sido motivada por el empeño personal de tres concejales del Ayuntamiento de la ciudad milenaria, que se han asumido su coste, algo más de 6.000 euros, pero que no quieren notoriedad y han pedido no desvelar su nombre. 

Empleados de la empresa palentina Campanas Quintana comenzaron hace unos días con su instalación, que se llevó a cabo en un emplazamiento diferente al anterior, aunque justo debajo. El hasta ahora reloj se colocó en la década de los 30 del siglo pasado incrustado en una de las ventanas del campanario, rompiendo así con la simetría del edificio. Para hacerlo hubo que tallar ese arco, dañándolo de alguna forma, así que ahora, además de colocar ese nuevo reloj, también se va tratar de recuperar esa bóveda para devolverla a su aspecto original con la colocación de algunas piedras de sillería. Ello supondrá una inversión en torno a los 10.000 euros, procedentes de aportaciones de feligreses y de la propia parroquia. 

A lo largo de sus casi 90 años de historia el reloj ha sido objeto de diferentes actuaciones y transformaciones. Comenzó siendo de cuerda, y la persona que se encargaba de dársela en sus inicios para que no se parara recibía una asignación por parte del Ayuntamiento. En su transición para mecanizarlo, se instalaron dos motores de lavadora, pero desde hace al menos dos décadas toda esta maquinaria no funcionaba. Fue entonces cuando se colocó un mecanismo eléctrico conectado a una centralita que le permitía seguir dando campanadas y movimiento a las agujas. 

La intención siempre ha sido tratar de recuperar la última esfera, elaborada en Zaragoza, pero su esmalte estaba muy dañado y no ha podido conseguir. Ahora queda en manos de la parroquia y, en la medida de lo posible, se intentará conservar. También se va a tratar de averiguar a quién pertenecía todo el conjunto, ya que se cree que puede ser de origen municipal.