«La lista de espera con que terminó 2020 es mejor que 2019»

A.G.
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Entrevista al jefe del servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del HUBU, Miguel Ángel Álvarez

Miguel Ángel Álvarez, jefe del servicio de Cirugía General del HUBU. - Foto: Patricia González

Recibió el nombramiento como jefe del servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del HUBU en pleno crecimiento de la segunda ola de la pandemia. Este hecho, reconoce, ha lastrado el inicio de la puesta en marcha de los planes con los que ha llegado a este cargo de responsabilidad, que son muy ambiciosos y que pasan por implicar a todos los cirujanos que tiene en su equipo -21 adjuntos y 8 residentes de los que habla maravillas- en aquellas materias «en las que quieran crecer» e impulsar una renovación tecnológica completa de los equipos. Miguel Ángel Álvarez (Burgos, 1971), formado en la Universidad de Valladolid y que desde 1995 trabaja en el hospital de referencia de la provincia (antes el Yagüe y ahora el HUBU) es experto en cirugía mínimamente invasiva y cirugía colorrectal y, sobre todo, un hombre optimista, que insiste en que su equipo ha hecho todo lo que ha podido en esta crisis sanitaria para no dejar de operar a sus pacientes y tranquiliza a aquellos que están en lista de espera: «Vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que sean operados lo antes posible».

¿Con qué número de pacientes en lista de espera ha terminado el año su servicio?

Alrededor de unos 1.250,  una cifra que está bastante bien porque en diciembre de 2019 estábamos con 1.356, con lo cual se ha experimentado alguna mejora. 

¿Qué ha ocurrido para que sean menos en el año de la pandemia, que ha sido tan complicado?

Obedece a varias cosas. Ha habido una época de menos entradas en consulta porque también ha venido menos gente por el miedo al contagio en el hospital. Después, en los últimos meses, hemos utilizado mucho el quirófano, hemos tenido un rendimiento bestial, hasta del 80%, que eso en gestión es muchísimo, es un dato excelente, y eso que durante la pandemia hemos llegado a tener un solo quirófano cuando normalmente tenemos entre tres y cuatro en los que el número de pacientes es variable,  pueden ser varios en una mañana, pero, por ejemplo, si se trata de una cirugía oncológica compleja que se alarga en el tiempo puede limitarse a uno. 

 ¿Cuál es la demora media que existe ahora mismo para que alguien que está pendiente de una intervención quirúrgica entre en el quirófano?

En concreto, no te lo puedo decir, pero para patología oncológica, máximo un mes. La no oncológica pero muy preferente está en tres meses y para el resto, la no preferente y no urgente, hablamos de nueve meses.

¿Esta espera máxima de un mes para los pacientes con un proceso oncológico es mucho tiempo? 

Es un tiempo perfectamente razonable y no tiene ninguna implicación para el paciente. La gente no tiene que preocuparse si le dan este periodo de tiempo, ya que es prácticamente imposible hacer los estudios previos en menos tiempo.

¿Qué le gustaría transmitir a esas personas que ahora mismo están en sus casas, probablemente molestas, esperando a que les llamen para ser operadas?

Que hacemos lo que podemos e intentamos priorizar con los que peor están. El paciente que tiene un cáncer, que esté tranquilo, que su intervención va a salir sin problemas; el que tiene una patología menos importante pero molesta para su vida, también es priorizado... Y los que tienen una cosa menor -aunque para cada uno lo suyo no es menor- que sepan que también les vamos a sacar adelante aunque tengan que esperar un poco más. 

Parece optimista.

Peor que como estamos ahora no creo que volvamos a estar en la vida. Mi opinión es que esto solo puede mejorar y que va a hacerlo.

 ¿En cuánto se llegó a ampliar la demora para las personas con cáncer en los peores momentos que se han vivido hasta el momento de la crisis de la covid?

Hemos intentado hacer todo lo posible para que nadie esperara más de un mes y no ha ocurrido prácticamente nunca. 

¿Cómo vivieron la paralización de su trabajo en la segunda ola?

Aquello fue muy difícil, fue una época muy mala y para sacar toda esta patología en tiempo hemos tenido que utilizar varias estrategias: Aprovechar los quirófanos al 80%, que es lo máximo; prolongar las jornadas, operando hasta las seis y las ocho de la tarde utilizando todos los recursos habidos y por haber y en un momento en el que las enfermeras han sido escasas, además de usar Recoletas durante una semana para sacar lo que no podíamos hacer aquí de patología oncológica.

 ¿De qué manera se trabaja en un hospital que no es el propio?

Pues es más complicado. No hemos puesto patologías muy complejas sino intermedias pero lo hemos podido hacer bien porque los cirujanos éramos los mismos, las instrumentistas también y el material lo llevábamos del HUBU. Las diferencias han sido pequeñas, se ha podido hacer bien y aquí quiero destacar que el trabajo que han hecho todos mis compañeros ha sido increíble.

¿El ánimo está bien en su servicio?

Está muy bajo porque la gente está cansada, no se ha podido coger días libres y también está preocupada por sus pacientes porque cuando tienes un paciente le tienes que sacar adelante y no tienes medios y hay que buscar la forma y esto genera muchos quebraderos de cabeza y con un quirófano solo que hemos tenido ha sido muy complicado.

 ¿Qué perspectivas tienen ahora mismo para este año?

Pues todo dependerá de la evolución de la pandemia, está claro. Si evoluciona favorablemente vamos a seguir adelante con los proyectos que tenemos; si no es así, habrá que hacer planes de contingencia y salvar la situación como podamos, priorizando, claramente, los pacientes con cáncer y las patologías más graves y no demorables. Si nos dan quirófanos suficientes porque esto evoluciona bien haremos todo lo que queramos. 

¿Se puede decir que ahora trabajan ya con alguna normalidad?

Pues, de entrada, está todo el equipo ya que en algún momento hubo profesionales que tuvieron que ir a apoyar a la UCI y si que se puede decir que ahora ya trabajamos con una pequeña normalidad, hemos recuperado quirófanos y a partir de ahora recuperaremos toda la actividad pendientes de la tercera ola, que como venga, nos va a volver a frenar otra vez. 

 ¿Cómo es esa normalidad?

Pues en una jornada normal si tenemos tres quirófanos diarios, puede que pasen entre ocho y diez pacientes dependiendo de las patologías y ahora que estamos aún operando en Recoletas son algunos más, hasta doce. 

 ¿La gente les está poniendo pegas para operarse en ese hospital privado?

No, porque normalmente lo que  preocupa es qué cirujano le va a operar a uno. Sí que suele haber problemas cuando les dices que les va a intervenir un cirujano que viene de fuera...

¿Esto es lo que  ha ocurrido en el Hospital de San Juan de Dios, no?

Por ejemplo. Allí ha habido cierto rechazo no por el hospital -que a mí me parece que está excelente- sino por el hecho de que los cirujanos no son de nuestro equipo y la gente pone pegas.

¿Cuántas de las personas que están ahora mismo en su lista de espera hubieran sido candidatas a operarse en este hospital? 

Pues un tercio, por ejemplo. El año pasado, entre San Juan de Dios y Recoletas se sacaron casi 500 pacientes.

El gerente de Sacyl reconoció a este periódico que no estaban satisfechos del trabajo de San Juan de Dios. ¿Ustedes y sus pacientes?

Yo solo tengo constancia, porque me ha llegado personalmente, de una queja. Creo que, en general, la gente ha salido contenta del trato del personal y de los cirujanos. 

¿A usted le gustaría que siguiera vigente el concierto?

Sí, pero con un pequeño matiz: que seamos nosotros los que operemos a los pacientes. Sé que la dirección quiere que lo hagamos pero debe haber una circunstancia legal por la que no se puede... Nosotros estamos dispuestos a sacar lista de espera y a trabajar a tope pero no nos gusta que la lista de espera nos la hagan otros.

¿Por qué?

Porque si el paciente tiene un problema después... ¿Adónde recurre si le ha operado una persona de fuera? Es verdad que en San Juan de Dios les siguen pero, a largo plazo, es interesante tener al cirujano cerca.

¿Cómo se puede explicar que un hospital impresionante como es el HUBU y que no lleva abierto aún nueve años haya tenido que depender desde el principio de centros privados sacar todas las intervenciones quirúrgicas adelante?

Es una pregunta difícil de contestar. A nosotros nos dan unos recursos, tres quirófanos, y todo lo utilizamos al mayor rendimiento, pero los pacientes van entrando y muchas veces no da tiempo a darles salida a todos. ¿Harían falta más quirófanos? Claro. Y más anestesistas, pero no les hay.

¿La plantilla de su servicio está bien dimensionada? 

Sí con los tres quirófanos que tenemos. Si tuviéramos más andaríamos bien pero igual en algún momento sería justa.

La posibilidad de hacer peonadas (alargamientos de jornada) estaba sobre la mesa de la gerencia del hospital antes de que empezara la pandemia con el objetivo de reducir la lista de espera del hospital que es muy abultada. ¿Le parecería bien que se tomara esta decisión?

Todo lo que sea sacar lista de espera, encantados, no tenemos ningún problema. Sé que hay algún prejuicio sobre esta medida porque puede dar lugar a alguna picaresca pero para eso están los gerentes y los jefes de servicio, para evitarlas.

¿Cómo es la relación que mantienen con el resto de servicios quirúrgicos? 

Fluida, nos llevamos muy bien. Durante la pandemia todo el mundo luchaba por tener sus quirófanos y  no es que haya habido guerras, ni mucho menos, pero ha habido que priorizar en función del volumen y la gravedad. Todos los días nos reuníamos con la dirección, veíamos las necesidades de cada uno e íbamos coordinando los quirófanos. Ha sido un trabajo de chinos y la dirección, que muchas veces se ha visto agobiada porque no había, por ejemplo, personal de Enfermería, nos ha ayudado muchísimo. 

¿De qué manera está lastrando esta falta de enfermeras la recuperación total de su actividad? 

Al aumentar los enfermos de covid y las camas de UCI necesitaban más enfermería y la han buscado en otros servicios y eso, lógicamente, nos ha lastrado. Ahora estamos mejor porque hay menos pacientes covid.  

También se han visto perjudicados por la falta de anestesistas. ¿Esta situación se ha solventado?

Se notó mucho en su día porque tuvimos que reducir la actividad pero el servicio se ha reforzado y aunque no sé si tiene cubiertas todas las plazas ya hay gente para mantener la actividad quirúrgica en niveles aceptables. 

¿Están operando patologías de las que piensan que tenían que haber llegado antes al hospital?

Muchas, por desgracia. Ahora estamos viendo el post-covid, muchos tumores muy avanzados de gente que estaba en casa con un dolor y que no vino al hospital por miedo. Una de las cosas en las que me he empeñado más desde que fui nombrado jefe del servicio ha sido en recuperar cuanto antes la atención presencial -ahora ya tenemos así todas las consultas nuevas, en las revisiones, no siempre, en función de las necesidades del paciente-. Un cirujano no puede diagnosticar por teléfono, al paciente hay que verle.

 

¿Cómo es en su especialidad la relación médico-paciente?

Muy intensa, llegas a tener grandes vínculos con el paciente. La forma de trabajar que tenemos aquí es que al paciente le ve todos los días el cirujano que le ha operado, hay una continuidad en la atención muy importante y el paciente se siente ‘cirujanodependiente’ y se crea una relación muy buena.

¿Están notando miedo a contagios en el quirófano?

Sí, hay mucho miedo. Pero tenemos mucha seguridad en el quirófano y en los procedimientos, es algo importantísimo. 

¿Su servicio le está sacando partido al aparato de cirugía robótica Da Vinci?

Sí, en tumores de colon. Este aparato sirve para determinadas patologías y para otras es menos útil. A nosotros nos sirve, fundamentalmente, para cirugía del cáncer del recto bajo e incluso en algunas resecciones del páncreas. Queremos avanzar formando a más gente para empezar en otras patologías porque le podemos sacar más partido. 

¿Qué otras cosas tiene en mente para reforzar el servicio?

Quiero que la gente se implique en los proyectos que quiera, que cada uno busque lo que le guste y se forme; me planteo, además, impulsar la cirugía mayor ambulatoria, que se había dejado de hacer, y realizar una renovación  tecnológica total del servicio. Aunque parezca mentira, llevamos casi nueve años y el aparataje se va a empezar a quedar obsoleto ya. Me propongo hacer un abordaje tecnológico total: En laparoscopia ir a las tecnologías de 4K, 5K, visiones 3D... cambiar los quirófanos en ese aspecto e incorporar tecnologías como el denominado verde de indocianina, una sustancia que permite  una mejor visualización de la zona a intervenir y, por tanto, una mayor precisión, y que ya se ha empezado a usar en muchos hospitales.

¿Lo tiene ya hablado con la dirección del hospital y con Eficanza? 

Sí, ya he tenido una primera reunión con Eficanza y con la Dirección de Gestión, donde lo comentamos y me dijeron que sí. Esto es algo muy complicado que va a requerir mucho tiempo y, claro, dinero. Una renovación de estas características supone mucho dinero pero me consta que están por la labor y tengo muy claro que no hacerlo sería quedarnos muy descolgados de lo que se hace en otras partes. 

Hace ya más de veinte años que iniciaron la cirugía de la obesidad mórbida. ¿Este año han podido hacer algún caso? 

Sí se ha hecho alguno aunque muchos menos que antes porque son intervenciones muy largas y complejas y se no se pueden asumir de la misma manera habiendo pacientes oncológicos. 

¿Por qué se dejó de hacer la cirugía mayor ambulatoria después de que le dieran tanto impulso en el Yagüe aludiendo a sus ventajas tanto para el paciente como para el sistema?

Realmente, no te sé decir la causa, pero tengo clarísimo que vamos a apostar por ella porque ya no se concibe ningún servicio de cirugía general sin una unidad de cirugía mayor ambulatoria, que inició en Burgos el doctor Juan Luis Seco, con el que yo aprendí muchísimo y quien me contagió su entusiasmo por este trabajo. A los quince días de llegar a la jefatura la reiniciamos y aunque ahora no se hace por el incremento de los casos de covid, hay muchas patologías que se pueden beneficiar de esta forma de trabajo, que genera un ahorro económico al hospital y quita muchos pacientes de la lista de espera. Además, la gente la conoce perfectamente y no suelen negarse cuando se le propone, porque, además, están muy bien cuidados cuando se van a su casa por el servicio de Hospitalización a Domicilio, que hace un magnífico trabajo.