¡La vara! ¡La vara! Como una niña que acaba de abrir el regalo que con tanto ahínco había pedido a los Reyes Magos, daba gritos de alegría la nueva alcaldesa de Huerta de Arriba, Blanca López Saiz. Para conseguir el bastón de mando no solo tuvo que rebuscar por los rincones del ayuntamiento y preguntar al secretario, que desde febrero solo venía a los plenos, sino aprovechar el fallecimiento de dos concejales del Partido Popular y traerse «a un amigo de Quintanar de la Sierra» como nuevo concejal para ganar una moción de censura en un pueblo totalmente dividido y enfrentado, como se pudo apreciar ayer entre reproches e insultos como «sinvergüenza», «ladrón» y «lameculos», que cruzaron el salón en diversas direcciones.

Va a necesitar algo más que una vara la representante del Partido Castellano-Tierra Comunera si de verdad quiere coser la enorme fractura abierta en esta localidad y de la que el pleno extraordinario celebrado ayer se convirtió en un fiel reflejo. De los poco más de 30 vecinos que acudieron como público solo media docena aplaudieron abiertamente cuando fue proclamada alcaldesa. «La primera mujer» al frente de este ayuntamiento y «la última hija del pueblo que ha nacido en Huerta de Arriba. Si hay alguien que quiera a Huerta soy yo», presumió.

«Pido perdón de antemano por si alguien se siente ofendido porque esté aquí sentada, pero es el juego democrático», se arrancó López, en referencia al escaso apoyo que obtuvo en las anteriores elecciones municipales. «Me votaron 14 personas, eso me da derecho a estar aquí», recalcó para recordar que empezó ella sola contra los 4 concejales del PP. «Me han comido y he estado ahí», recordó. 

Dos vecinos discuten ante la mirada del secretario, que también fue insultado. - Foto: f2estudio

Ayer, en el salón de plenos, no había ninguno. Una dimitió al inicio de mandato, dos han fallecido en el último año y ni el ya exalcalde ni la otra edil que quedan de los 5 que se presentaron en la lista quisieron participar de lo que para López es el «juego democrático», insistió, y que su antecesor, Gabriel García Herbosa, tilda de «farsa de moción de censura plagada de irregularidades y éticamente deplorable que no vamos a legitimar ni con nuestra presencia ni con nuestra participación». Así concluye el escrito que repartió a los vecinos que se acercaron como público al pleno, al que no entró él. Tampoco se dejó ver ningún miembro de la dirección del Partido Popular, como sí suele ser habitual en situaciones similares.

El exalcalde mantiene -o mantenía- una guerra abierta con el secretario del Ayuntamiento, Fernando Fierro, que durante buena parte del pleno mantuvo una media sonrisa y no pareció muy incómodo con el bochornoso espectáculo vivido, pese a que también fue blanco de los intolerables insultos. «Ese es el culpable de todo lo que está pasando... va a buscar la ruina a Huerta de Arriba. ¡Sinvergüenza!», le espetó un vecino desde la puerta, que también disparó contra el nuevo concejal, Jesús García Miguel, a quien muchos asistentes ni conocían. «¿Y este señor quién cojones es?», le increpó, sin que el edil aludido abriese la boca.

Antes, otro vecino había llamado «sinvergüenza» y «ladrón» al exalcalde. «Si no hubiera venido, mejor», añadió para ser increpado desde las filas de atrás por quienes recriminan al PCS-TC que se haya aprovechado de «la desgracia que ha habido en el pueblo» para hacerse con la Alcaldía. «Dos cadáveres, por favor. ¡Menuda vergüenza!», gritaba otra vecina.

Entre tanto despropósito hubo alguna intervención con sentido común. Un vecino exigió al Ayuntamiento transparencia y legalidad -«escribo al juez de paz y me contesta el secretario», se quejó- y otra pidió a la alcaldesa que sea «fiel cumplidora del juramento» recién hecho. Además, un joven preguntó por el campo de fútbol. Según López, lo sacará adelante porque «se ha hablado con 3 o 4 empresas» dispuestas a hacer la obra, para que no sean siempre las mismas constructoras (citó dos nombres).