Una plataforma internacional que lleva por nombre Living, ha concluido que las cinco mejores ciudades del mundo para vivir la jubilación son Guanajuato en México, Vilcambamba y Mindo, en Ecuador y las españolas Burgos y Logroño. Hete aquí que, sin saberlo, habitamos un edén para los licenciados del trabajo, porque, dicen los de Living, todo está a tiro de piedra y se puede vivir bien con los dos mil euritos de la pensión, aunque la paga media de los pensionistas sea de mil quinientos, según dice la Seguridad Social.
Los jubilados deben tener a mano el centro de salud, por si acaso, y la iglesia por si lo del centro de salud no funciona y vienen mal dadas, que la indiferencia religiosa y hasta el ateísmo decaen si las cosas se ponen feas; así vieron la luz Gary Cooper cuando se vio solo ante el peligro final o el republicano León Felipe, que escribió: Nadie sabe cuántas/ veces hemos saltado/ para llegar aquí/ ni cuántas saltaremos todavía/ para llegar a Dios que está/ al final de la carrera/ esperándonos.
Pero antes del final de la carrera, decimos, está el centro de salud, porque no es cuestión dejarse llevar a los dominios de San Pedro sin ofrecer resistencia, y tal vez por esto están saturados e incumplen la norma de cuatrocientas tarjetas sanitarias por médico.
Y mientras los pensionistas llenan las salas de espera, la Gerencia de Atención Primaria se plantea contratar grafiteros para que decoren los muros de los centros de salud evitando la degradación de las pintadas. Lo que debían hacer es contratar médicos y exigir al alcalde De la Rosa que persiga a los pintamonas y limpie los grafitis que ensucian la ciudad, que vayas por donde vayas un Picasso ha dejado su impronta burlesca, contestataria e impune.
Miré los muros de la Patria mía/ si un tiempo fuertes ya desmoronados, escribió Quevedo. Miramos nuestros muros emborronados ante la pasividad municipal y nos entran los siete males, y así no hay quien pueda vivir un retiro tranquilo y feliz. Habrá que decírselo a los amables señores de la Plataforma Living para que nos pongan una tacha, que tenemos todo a mano, sí, hasta las pintadas, que están a la vuelta de la esquina, sea esta la esquina que sea. Y habrá que pensar en mudarse a Guanajuato cuando llegue la jubilación. O a Logroño, que está más cerca.
mariajesusjabato@mariajesusjabato.com