Celia Martín Marcos

Aguas Abajo

Celia Martín Marcos


De cristal

18/11/2022

Pensaba que la expresión había quedado en el olvido, que había sido un asunto pasajero. Un debate intenso, pero transitorio. Que las percepciones habían cambiado. Sin embargo y desafortunadamente, no. La juventud sigue viéndose retratada en medios y hemiciclos, pero también a pie de calle, como la llamada generación de cristal.  

El término, desarrollado por la filósofa Monserrat Nebrera, hace referencia a aquellos nacidos a partir del 2000. Los 'nuevos jóvenes' destacan por su fragilidad y falta de preparación. Incapaces de mantenerse firmes, protestan por todo y, a la mínima, se resquebrajan como un cristal. Esta inestabilidad e inseguridad en la juventud nace porque sus padres, que vivieron en épocas de carencia, ahora les consienten y les dan todo hecho. Sin ir más lejos,

Pérez Reverte comentaba hace poco que los jóvenes son «críos indefensos» que se encuentran «confortados en un mundo irreal», y Díaz Ayuso explicaba que «lo tienen todo» y les falta «cultura del esfuerzo». Así, los representantes de generaciones pasadas explican en esta misma línea que «antes se vivía mejor», sin tanta pantalla ni tanta tontería.

Escuchando todas estas torpezas, me surgen numerosas preguntas. ¿De verdad era todo tan bueno y sencillo antes, o es que se tiende a mitificar y romantizar épocas pasadas? ¿De verdad los jóvenes lloran por todo o es que viven en un permanente estado de crisis económica? ¿De verdad viven pegados a los móviles o es que no existen proyectos culturales adaptados en pueblos y ciudades? ¿De verdad antes existía una verdadera cultura del esfuerzo o es que ahora una oferta de becario se parece más a esclavitud que a trabajo? ¿De verdad siempre tienen una queja en la boca o es que alzan la voz para defender salud mental, identidad sexual e igualdad de género? 

Si se sienten aturullados con tanto interrogante, disculpen. Quizá así es la vida de un joven hoy día: un constante párrafo lleno de preguntas y muy pocas respuestas.