Con licencia para cantar a la vida

A.S.R.
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El Grupo Gavilla ultima los ensayos para la celebración de Las Marzas esta medianoche en la Plaza Mayor aún pendientes de su declaración como bien de interés cultural inmaterial

Los mozos que llevarán la voz cantante alrededor del fuego ensayan los viernes en la sede de Gavilla, con una decoración que traslada a los pueblos de antaño. - Foto: Patricia

Poco podían imaginar quienes se juntaron alrededor de las hogueras de la Plaza Mayor el 29 de febrero de 2020 para dar la bienvenida a la primavera que el más terrible de los inviernos se cernía sobre todo el mundo y tardaría en despertar a la vida. Aunque los ecos de ese virus originado en China cada vez se escuchaban más alto, se pidió licencia al señor alcalde y se cantaron Las Marzas. Nadie sospechaba entonces que tardarían dos años en volver a prender la lumbre y juntarse de nuevo en torno a ella convocados por el Grupo Tradicional Gavilla. 

Hoy lunes, a las doce de la noche, justo cuando entra marzo en el calendario, las voces resonarán de nuevo en la Plaza Mayor. Siempre que se tenga licencia del regidor del pueblo (a la entrada de la Casa Consistorial a las 22.30 horas). Se terminará con la música de las panderetas de las mujeres y el reparto individual de pinchos de chorizo y morcilla.

Para desempolvar estas estrofas, acomodarse a los cambios de ritmo y repasar el tono, los mozos se han juntado los últimos viernes en la sede de Gavilla. Sin capa castellana ni sombrero de fiesta, pero sí con las gargantas prestas al esta noche entrará marzo, de la media noche abajo... 

Esa cantinela se esconde en el número 13 de la calle Jerez cuando febrero aún da sus últimos coletazos. Casi una veintena de hombres, ninguno ya en edad de cumplir los treinta, con la chuleta en la mano, se lamentan con el ay, triste de mi cuitado, metido en tantas prisiones, sin saber cuándo es de día, ni menos cuando es de noche... 

Suenan las de Mecerreyes, fijas en el repertorio desde la primera vez hace 37 años por ser las que mejor llegaron a la actualidad, y las de Tordueles, que se van alternando con las recogidas en otras localidades como Villagonzalo, Santa Cecilia, Bezana o Baños de Valdearados. 

Y es que antes de que la cultura tradicional empezara a borrarse del mapa, todos los municipios de la provincia, de norte a sur, de este a oeste, entonaban esta bienvenida a la primavera, la vuelta a la vida, de la tierra y de los pueblos, dedicados a la agricultura. 

«Cuando nosotros las recuperamos estaban completamente desaparecidas. Algunos las recordaban más vivas, pero no se hacían. Hoy, en el año 2022, son muchísimos los pueblos que las han rescatado y los que se animan, y cada año, más, aunque algunos las adelanten al fin de semana más cercano para contar con más gente», comenta María Victoria Rodríguez Tobar, portavoz de la asociación, orgullosa por su permanente interés en la preservación de esta y otras tradiciones desde su nacimiento hace 38 años. 

No aguanta en la ronda ninguno de aquellos mozos, pero sí algunos con muchos marzos floridos. José María del Olmo, presidente de Gavilla, lleva, por lo menos, 25. Confiesa que es una tradición ya incorporada a su vida. «Para nosotros es algo de siempre. Si me falta esto...», deja en puntos suspensivos mientras se incorpora a uno de los dos arcos creados en la sala central. Uno y otro se alternan en el canto rodeados de cribas, garias y otros aperos de labranza, decorado ideal para esta fiesta nacida en el medio rural. Junto a los miembros de Gavilla entonan compañeros de la Peña La Farra y la Recreativa Castellana. Alfonso irrumpe entre ellos. Para él cualquier oportunidad de cantar es buena. Y para lucir la capa castellana, también. Por eso, y por echar una mano, desde hace tres años se une a uno de estos dos corros que llevan la voz cantante. 

«Siempre he ido a cantar como público y cuando me ofrecieron participar acepté como una manera de contribuir a que no se pierdan las tradiciones», destaca sin dejar de observar que quienes se echan la capa a las espaldas cada vez peinan más canas. El relevo generacional se complica. José María está de acuerdo. Mientras tanto...

En compás de espera. El cataclismo provocado por la pandemia, junto a otras polvaredas, también dejó en modo espera la petición de declarar Bien de Interés Cultural Inmaterial a Las Marzas de toda la provincia burgalesa, realizada por Gavilla a la Junta, según apunta Rodríguez Tobar. «Esto puede dar muchas vueltas y ahora hay un auge, pero mañana puede decaer y este reconocimiento es una manera de preservarlo», enfatiza y, aunque considera que el proceso se está alargando, también comprende las especiales circunstancias con las que se han cruzado y se plantean volver a hacer la instancia. 

Burocracias al margen, para todos lo importante es que Las Marzas vuelvan a las plazas. Y en la capitalina prenderán con la misma ilusión que siempre y una alegría renovada. 

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