La Policía protege en Aranda a 108 mujeres maltratadas

I.M.L. / Aranda
-

Este departamento, que hasta ahora contaba sólo con tres agentes, realiza investigaciones y labores de protección, con el apoyo de otros compañeros. En su día a día se acumulan casos activos de otros años

Los tres agentes de la UFAM en Aranda, a los que en breve se sumará una más, mantienen un seguimiento casi diario de los casos activos y de los residuales. - Foto: I.M.L.

Según los datos del sistema Viogen, en Aranda hay 108 víctimas de violencia de género con algún tipo de seguimiento o protección activa. De ellas, 70 casos cuentan con medidas judiciales. A estos casos hay que sumar todos aquellos que, aunque se hayan resuelto, quedan como 'residuales' para los agentes de la Policía Nacional año tras año. Para atender a todas estas mujeres, o familias, en la comisaría arandina hace años hay un equipo específico que ahora se denomina Unidad de Familia y Mujer (UFAM), compuesta por tres agentes, a los que en breves fechas se incorporará una cuarta.

Tres agentes para atender denuncias, realizar investigaciones, coordinar o llevar a cabo servicios de protección en una ciudad que, a pesar de no tener ahora ninguna víctima en riesgo extremo o muy alto, acumula una gran cantidad de casos de este tipo. A lo largo del año pasado se tramitaron 68 denuncias nuevas, 33 actuaciones por quebrantamientos de condena, dos de ellas de riesgo extremo, y 24 denuncias por violencia doméstica o sexual. A ello hay que sumar actuaciones «diarias», que en el lenguaje de la comisaría llaman «protocolo cero» «que son aquellas actuaciones que no terminan en denuncia ni nada, peleas en domicilios o lugares públicos», explica Carlos, uno de los agentes de este equipo.  

Un poco de todo. La particularidad de los casos que acuden a la UFAM hace que los agentes, además de policías, sean también psicólogos en muchas de las intervenciones. Cuando acude una mujer a denunciar, además de llevarla a un despacho aparte para preservar su privacidad, la experiencia de los agentes y las dotes psicológicas tienen mucho que ver en su labor. «Hay veces que piensas que esta mujer no va a poder contar nada y, a base de paciencia, te sorprendes de lo que te cuenta y de la situación que está viviendo», reconoce Inés, otro de los miembros del equipo.  

Los asuntos que tratan están tan relacionados con el día a día de las víctimas que hacen casi lo que sea para que se sientan tranquilas y protegidas. «Aquí hemos llegado a cambiar un pañal mientras cogíamos la denuncia», asegura Carlos, o a dar de comer a una niña que «estaba muy inquieta y no paraba de llorar», añade Inés.

No todas las situaciones que atienden son iguales, ni mucho menos concluyen de la misma manera. «Si viene alguna mujer, aunque ella no quiera denunciar, podemos hacerlo de oficio si lo vemos claro», apunta Raquel, la última en incorporarse a la UFAM, «y hay denuncias que se recogen pero no hay detención porque no ha habido agresión, y ha funcionado muchas veces con ese toque de atención en cosas leves», añade Carlos, «incluso medias entre las dos partes, llamas a ambos, unos a parte y otros juntos, y hacemos a veces de mediadores y funciona la mayoría de las veces», concluye Raquel con la enumeración de situaciones.

Ellos están disponibles las 24 horas del días, todos los días del año, y su profesionalidad, su tacto y su experiencia lleva a poder afirmar que las mujeres tienen un lugar seguro al que acudir cuando sufran cualquier episodio de violencia hacia ellas o hacia sus hijos.