«El problema es que si cierra un comercio, nunca se reabre»

ARSENIO BESGA
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Hacienda ha registrado en Miranda más de 640 bajas en el Impuesto de Actividades Económicas desde que empezó la pandemia y solo 521 altas. Los negocios tradicionales creen que el declive de la ciudad se ve en «la propia calle»

La Mercería Ely está a punto de dejar un hueco más en la economía de Miranda. - Foto: A.B.

Las tiendas tradicionales de Miranda sobreviven con dificultades desde hace tiempo. La pandemia del coronavirus, además, supuso un nuevo bache en su camino. De hecho, muchos establecimientos no lograron levantarse del golpe. Según la Agencia Tributaria, más de 640 empresas o autónomos se dieron de baja en el Impuesto de Actividades Económicas entre marzo de 2020 y diciembre de 2021. Desde los negocios más antiguos del municipio, creen que «el problema es que cuando cierra un comercio, ese nunca vuelve a abrirse».

Muchas empresas y autónomos suelen tener dados de alta más de un IAE. La mayoría, en realidad, poseen varios. Por tanto, que Hacienda registre una baja en este impuesto no implica necesariamente que se haya dado un cese de actividad. Eso sí, a partir de este registro se atisba una tendencia sobre la situación de la economía mirandesa. Las altas declaradas en la Agencia Tributaria se quedaron a lo largo de dos años en 521. Es decir, fueron superadas en 122 por las bajas.

Dentro de los dos grupos de motores económicos, los autónomos tuvieron entre 2020 y 2021 un mayor movimiento en sus estadísticas. Desde la pandemia, el 71% de las bajas en el IAE correspondieron a pequeños emprendedores, mientras que el 29% restante se repartió entre empresas. Por su parte, el 63% de las altas también vinieron dadas por el sector de los autónomos, dejando solo el 37% de las altas cuantificadas para las sociedades.

El comercio tradicional y los consumidores mirandeses perciben las consecuencias de estos datos en su día a día. Por ejemplo, Elisa, la propietaria de la mítica Mercería Ely, cree que «se ha quedado Miranda en mucho menos de lo que ha sido». «Está todo cerrado por ahí», asegura. Esta mujer acumula tras el mostrador de su tienda más de tres décadas y conoce de primera mano las épocas doradas del municipio, por lo que su perspectiva resulta notablemente esclarecedora y representativa. «El problema es que cuando cierra un comercio, ese nunca vuelve a abrirse», sentencia.

Desde su punto de vista, la ciudad «ha cambiado», «se nota la diferencia». «No hace falta nada más que salir y ver la propia calle», comenta. Para Elisa, «antes había otra alegría, no había problemas de trabajo, pero ahora aquí vive menos gente y apenas hay industria». «Todo eso influye mucho», reflexiona. Además, los negocios tradicionales han tenido que enfrentarse a otras barreras de reciente creación. «Y luego está internet, que al comercio le ha hecho mucho daño», reconoce la autónoma.

Esta mirandesa se encuentra en la actualidad liquidando todo su género porque va a jubilarse en escasos meses. No obstante, su deseo pasaría por traspasar el negocio «si pudiera». «Ha habido gente que me ha preguntado, se han interesado, pero para que se lo quedan ninguno», relata. A fin de cuentas, el paso de los años ha traído consigo un cambio generacional que está teniendo una incidencia directa en las inauguraciones y clausuras de los comercios de Miranda. «En la época en la que nosotros pusimos la tienda, creo que se pusieron muchas otras», recuerda Elisa. «Eran épocas muy buenas, se vivía muy bien», reconoce. Por ejemplo, en su sector influía que «la gente confeccionaba, había muchas academias para aprender a coser». «Una cosa te lleva a la otra», dice. 

Por tanto, los índices comerciales han caído a consecuencia del transcurso corriente del ciclo generacional, que ha implicado cambios en el consumidor y jubilaciones de vendedores. Ahora bien, la pandemia también hizo mella en el emprendimiento. Por ejemplo, en el tercer trimestre de 2020 Hacienda recibió 115 bajas del IAE entre sociedades y pequeños negocios deMiranda. Ese mismo año, el 80% de las bajas fueron de autónomos. Así, las altas se quedaron a 60 casos de alcanzar el número de ceses en el impuesto. Un año más tarde, la situación resultó insostenible para algunas firmas y el pico de bajas se alcanzó en los primeros tres meses. En ese momento, la ciudad dejó de contar con 147 actividades económicas. Finalmente, el curso se cerró con un balance similar al del ejercicio previo.