Héctor Jiménez

Ni confirmo ni desmiento

Héctor Jiménez


Unidad de la pesadilla

18/11/2022

Tuve que pestañear dos veces cuando leí el titular de portada del lunes. No llevaba las gafas puestas, pues era primera hora de la mañana, y supuse que no veía bien. ¿2025? Será 2023. No puede ser. Pues sí. ¿A ver, un poco más grande? Que sí, que sí. 2025. Marzo, concretamente. Para entonces está dando cita la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de Burgos. «Será de pesadilla, más bien», pensé recurriendo al chiste fácil.

Poca broma tiene el abandono al que se lleva sometiendo a este área (presuntamente de referencia) y mucha guasa gastan los responsables de la gestión sanitaria y los políticos del ramo cuando, preguntados al respecto, reconocen que saben de la situación, que están trabajando y que es algo «prioritario». Pues menos mal.

El desastre de la Unidad del Sueño es el reflejo de la peligrosísima deriva a la que se ha sumado el conjunto de la sanidad pública española. Dicen que no hay médicos pero no se abren nuevas facultades. Dicen que los profesionales se van, pero no les motivan con mejores sueldos o (mejor todavía) facilitándoles las condiciones de trabajo.

No se pone coto a la compatibilidad con la actividad privada, un melón abierto hace muchos años en el resto de la administración y que sin embargo en la sanidad se trata de manera 'especial', como una rémora de antaño. Y no se apuesta, en definitiva, por la inversión mega híper súper multimillonaria que exige un buen sistema.

Porque, eso sí, los ciudadanos deben saber que la atención cuesta una pasta. Que la crítica facilona a 'los funcionarios', a 'los que chupan del bote', al 'Estado hipertrofiado', tiene consecuencias. También va calando en los políticos el mantra de que igual no hace falta tener una gran administración. Empezamos quitando personal de los registros municipales 'porque total están mirando' y acabamos prescindiendo del médico de urgencia o del conductor de la ambulancia.

La sanidad privada, lógicamente, se está frotando las manos. Al acecho de profesionales desmotivados y de pacientes hartos de esperar para hacerse una prueba o pasar una consulta. Insisto: esto solo se remedia con dinero. Pero hay que ser conscientes de que tendremos que ponerlo entre todos.