Ojo Guareña, clave para conocer el clima desde hace 5.000 años

A.C./ Espinosa de los Monteros
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Las conclusiones del equipo del profesor de la UBU Javier Martín Chivelet están poniendo el complejo kárstico en el punto de mira de científicos de todo el mundo

Javier Martín Chivelet. - Foto: A.C.

El profesor de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense e investigador en las áreas de Paleoclimatología, Sedimentología y Estratigrafía, Javier Martín Chivelet, resume en el curso de verano de la UBU sobre Ojo Guareña los resultados que el análisis de una estalagmita de Cueva Kaite en este complejo kárstico está ofreciendo a la investigación del clima durante los últimos 5.000 años.

Las conclusiones de su equipo, publicadas en revistas científicas de alcance internacional están poniendo Ojo Guareña en el punto de mira de científicos de todo el mundo, como destacó la codirectora del curso, Ana Isabel Ortega.

La estalagmita BUDA 100, que en sus 120 centímetros de longitud encierra datos sobre la temperatura, las lluvias, eventos singulares en el clima o el polvo acumulado en el exterior durante 5.000 años ha ayudado a observar la evolución de estos parámetros. La presencia de estroncio 86 y 87 es la clave para conocer el polvo que a través del agua se filtró al interior de la cueva y quedó fosilizado en la estalagmita.

El pasado marzo, las calles de España se tiñeron con la lluvia de polvo del Sahara, que como señaló Martín-Chivelet es «increíblemente nocivo para la respiración, aunque también un poderoso fertilizante para el océano». Los estudios a partir de los datos de BUDA 100 indican «claramente que cada año se ha ido incrementando la proporción de polvo que llega y que ahora llega mucho más que en los últimos 5.000 años». Por contra, en los datos de lluvias o temperaturas se observa una «variabilidad enorme» con episodios de elevadas y bajas lluvias y temperaturas que se han ido sucediendo en los últimos milenios.

Su equipo también ha determinado que «cada episodio de polvo parece ser el preludio de una etapa fría», lo contrario a la subida de temperaturas que en Burgos alcanza los 2 grados en los últimos cien años. No obstante, el futuro tampoco se sabe, como señaló el ponente, «en qué medida el polvo está condicionando la ralentización del calentamiento».