La vuelta de las vacaciones de Semana Santa fue diferente para los más de 400 alumnos del Río Arlanzón y sus familias. A su llegada, se encontraron un patio distinto, con más luz y dinamismo. Al fondo, la zona de apagados soportales se había llenado de color con un gran mural con imágenes que entrañan su significado. Por un lado, el de la diversidad y, por otro, la propia identidad del colegio ligada a su ubicación en el centro de la ciudad. De ahí que a los rostros infantiles se sumen el del Cid, el cráneo junto al MEH y el rosetón de la Catedral. Todo ello con el añadido de su iluminación nocturna con luces led.
El arreglo de este espacio, cuya extensión es muy limitada, se enmarca dentro de una iniciativa del Centro de Formación del Profesorado (CFIE) que busca convertir los patios en espacios activos en los que el juego vaya más allá del balón.
Junto al mural también se ha colocado una bancada de madera como lugar de descanso, se han comprado correpasillos con la ayuda de los padres y está a punto de instalarse un rocódromo. Para completar la actuación, el reloj colocado en la fachada principal ha vuelto a funcionar después de 6 años. La peligrosidad para acceder al mismo ha impedido su arreglo, que se ha solucionado abriendo un acceso directo desde una de las clases.