La falta de vocación religiosa cierra otro convento en Burgos

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Las Esclavas se van en junio después de que la orden de María Inmaculada lo hiciera en abril. El 33,2% de las monjas y el 26,4% de los monjes contemplativos tienen más de 80 años

La falta de vocación religiosa cierra otro convento en Burgos - Foto: Alberto Rodrigo

Hace ya mucho tiempo que Burgos se ha alejado de esa suerte de caricatura que siempre se le hacía como ciudad de curas y militares y que, como toda caricatura, tenía muchísimo de cierto, y no hay más que buscar en hemerotecas y fototecas para comprobarlo. Muchas unidades del Ejército han ido abandonando la provincia en las últimas décadas -aunque aún no se puede decir que su presencia sea irrelevante- y los conventos están más que de capa caída. Solo en tres meses han echado el cierre dos. En abril eran las religiosas de María Inmaculada, que llevaban aquí desde 1890, las que decían adiós, por la escasez de monjas (eran apenas cuatro y muy mayores) y por el tremendo descenso en la demanda de la residencia de estudiantes que gestionaban en la calle Ramón y Cajal y cuyo edificio le han alquilado a una empresa. Ahora han sido las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús las que han anunciado su marcha y el cierre de su convento a mediados de junio.

La superiora, Elvira Santamaría, explica que tras esta decisión hay una reflexión muy importante y de mucho tiempo en la que ha pesado extraordinariamente la escasez de la comunidad, compuesta por apenas 8 religiosas entre los 62 y los 85 años que viven en una casa de más de 4.000 metros cuadrados entre el edificio, el terreno y la iglesia. Y aún no saben cuál será el lugar de destino de cada una: "Durante todo este tiempo hemos dado de sí todo lo que hemos podido y no podemos vivir más tiempo aquí porque hay hermanas a las que hay que atender por su edad y nos resulta complicado. Tampoco podemos sostener económicamente el edificio y todo lo que supone vivir en una casa así cuando para la función que desempeñábamos, el comedor de Atalaya, necesitábamos algo más pequeño".

Estas monjas no solo viven con pena su marcha sino que les ha roto el corazón tener que cerrar (lo hicieron el pasado 15 de mayo) este recurso tan implantado en la ciudad y que tanto bien a hecho a las personas migrantes. Tanto las religiosas de María Inmaculada como las Esclavas formaban parte del proyecto intercongregacional de Atalaya Intercultural, que, lógicamente, también dejan por su marcha de la ciudad, lo que ha hecho , según explicaba en estas páginas hace poco el presidente de la entidad, el jesuita Joaquín Barrero, que todo el proyecto "se tenga que resituar": "La idea sería unificar las fuerzas bajo un mismo paraguas más amplio y para eso estamos hablando con la Fundación Íncola para reforzarnos. Y aquí en Burgos cada vez estamos colaborando más con otras instituciones de ayuda al inmigrante para no duplicar servicios". Así, Elvira Santamaría explica que nadie se ha quedado sin este servicio de comedor, que se ha reubicado entre otras entidades.

ALQUILER A CAMPOLARA. El edificio que hasta ahora han ocupado las Esclavas ha tenido varias ofertas de compra en los últimos años pero las monjas no querían irse "dando un carpetazo", en palabras de su superiora. Y al final han optado por alquilárselo a la Fundación Campolara, que ya hace 25 años le compró el colegio en el que tantas burgalesas estudiaron durante décadas y que ha seguido siendo un centro escolar: "Queríamos que hubiera una continuidad y como nuestro carisma es el de ser educadoras nos pareció bien que ya que nosotras no podíamos seguir haciendo esa tarea, al menos que alguien continuara con ello. En el caso de la iglesia, que lleva en esta casa desde 1923 con el Santísimo expuesto diariamente para cualquier persona, no nos hubiera gustado que perdiera ese espíritu y esta institución, que no tendrá culto público, la va a mantener como una capilla del centro educativo".

Al igual que las religiosas de María Inmaculada, las Esclavas llevaban en Burgos más de un siglo. Fue la hermana de su fundadora, Santa Rafaela María, la que trajo la orden a Burgos en el año 1900 a un pequeño piso de la calle Calera. 23 años después se marcharon a la Avenida de Palencia donde han estado hasta ahora. Por ese edificio, que albergó una escuela de niñas pobres, una escuela dominical (para grupos juveniles), una casa de ejercicios y una escuela nocturna, entre otros servicios, pasaron miles y miles de estudiantes que aún hoy recuerdan el colegio con mucho cariño, dice Elvira Santamaría. De hecho, en la misa de Acción de Gracias que celebraron el pasado día 21 de mayo para despedirse no cabía ni un alma y hubo quien se tuvo que quedar en la calle.

"Nos vamos con pena porque es una decisión dolorosa pero con el inmenso agradecimiento tanto a la ciudad de Burgos como a su iglesia, cuyo respaldo hemos recibido siempre y en todas las etapas de nuestra presencia", concluye Elvira Santamaría.

Que en tres meses cierren dos conventos es muy sintomático. Las vocaciones religiosas están de capa caída y los números así lo indican. Entre religiosas y religiosos de vida contemplativa y de vida activa apenas superan el millar. La cifra está en 1.065, según la actualización más reciente. Quien hace un gran esfuerzo para contabilizar el número de monjas y monjes de vida contemplativa en Burgos es Amadeo Alonso, vicario episcopal para la vida consagrada, que puso al día el listado el pasado 4 de marzo. Así, en los 25 conventos de mujeres de vida contemplativa de toda la provincia hay un total de 408 religiosas y en los cuatro masculinos, 68 monjes, en total, 476.

ANCIANAS. La edad media de todos es altísima. Así, las monjas de más de 80 años son el 32,35%, cifra que sube al 42,14% si no se cuenta a Iesu Communio, que hace poco más de una década revolucionó el sector con sor Verónica a la cabeza y casi doscientas jóvenes, de las que ahora quedan en Burgos 116 después de unas cuentas se marcharan a su sede de Godella (Valencia). El convento que más octogenarias tiene es el de Císter de las Huelgas (17), seguido del de las Benedictinas de Burgos. En el caso de los monjes que han superado la octava década de la vida suponen el 26,47% del total. Son cuatro los conventos: el de las camaldulenses no tiene a nadie de más de ochenta; los benedictinos de Silos y los cistercienses de San Pedro de Cardeña, cinco cada uno, y los cartujos, 8.

En cuanto al clero de vida activa, Isabel Bartolomé, religiosa de la orden de las Angélicas y secretaria en Burgos de la Conferencia Española de Religiosos (Confer) sitúa la cifra en 589 personas, por lo que el total daría los 1.065 citados, número en el que ya se han excluido a María Inmaculada y Esclavas y ha incluido a las que han llegado. Porque casi coincidiendo en el tiempo con los dos cierres se ha instalado una nueva orden en Burgos: las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará -la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado, que está presente en 45 países- han elegido la ciudad para entrar en Castilla y León. Pero su presencia no supone ninguna significativa recuperación del censo ya que, como recoge la web del Arzobispado, apenas son tres hermanas las que han abierto una casa a la que han llamado Santa María la Mayor: María Lirio Angelical Muñoz, María Madre Dei Fedeli y María Fons Signatus.