El gran superviviente de la pandemia

M.R.Y. (SPC)
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Alabado por su gestión del coronavirus en los Países Bajos, la confianza en el primer ministro Rutte ha crecido considerablemente y apunta a un cuarto mandato tras las elecciones de 2021

El dirigente liberal cuenta con la aprobación de un 73 por ciento de los holandeses. - Foto: POOL

No ha sido hasta octubre cuando los Países Bajos se han visto obligados a imponer restricciones contra la pandemia. Durante meses, el Gobierno neerlandés apostó por un «confinamiento inteligente» que consistía en seguir permitiendo que la gente salga a la calle de manera razonable, controlar al máximo los picos de contagio para no saturar los hospitales y apostar por el teletrabajo mientras sea posible. «De esta solo salimos si los 17 millones de habitantes se adhieren a las normas», insiste el primer ministro, Mark Rutte, cuya gestión de la crisis sanitaria le ha hecho ganarse el reconocimiento mayoritario de sus conciudadanos.

Poco pareció importar a los holandeses que, a pesar de su planteamiento inicial, finalmente en octubre Rutte decretase las primeras restricciones en la nación, coincidiendo con la seguna ola del coronavirus. Bares y restaurantes se vieron obligados a echar la persiana, así como los museos, teatros y zoos, mientras las reuniones se limitaron a un máximo de dos personas no convivientes. Sin embargo, la mascarilla sigue siendo una recomendación, no una obligación, y los desplazamientos también están desaconsejados, pero no prohibidos.

«Lo que no queremos hacer es sobrepasar los límites mientras no sea necesario», insiste el mandatario liberal. «Pero si es necesario, estaremos preparados para imponer más medidas», agregó.

Este posicionamiento moderado ha sido alabado por los ciudadanos. Rutte defiende que de nada vale decretar prohibiciones si no hay voluntad popular y esa confianza en el buen hacer de la población se ha transformado en un sentimiento mutuo: los holandeses le consideran un «líder» del que fiarse, hasta el punto de que, según las últimas encuestas, más de siete de cada 10 habitantes de los Países Bajos respalda su gestión.

Un 73 por ciento de los ciudadanos considera que el mandatario liberal «sabe lo que hace», que su primer ministro ha sido «claro» y transmite «confianza y liderazgo» al frente del país.

Este respaldo cobra más importancia si se tiene en cuenta que el año que viene, previsiblemente en marzo, el país centroeuropeo celebrará elecciones y Rutte se presentará para tratar de conseguir un cuarto mandato consecutivo -está en el cargo desde 2010-. Y esta vez, podría ponerse al frente del Ejecutivo con mucha más libertad que hasta ahora, ya que se ha visto obligado a formar complicadas coaliciones, como la actual -conformada en 2017-, en la que los liberales se han unido a otros tres partidos de centroderecha. 

 

Villano y héroe

De celebrarse ahora esos comicios, el VVD de Rutte obtendría entre 39 y 45 escaños en el Parlamento -con 150 representantes-, frente a los 33 que tiene ahora, lo que supone casi el doble que la segunda formación más grande de la Cámara Baja, el ultraderechista PVV de Gert Wilders, que mantendría entre 18 y 22 diputados -actualmente tiene 20-. Los democristianos y los progresistas D66 -ambos en la coalición de Gobierno- ganarían entre 11 y 16 cada uno, menos de lo que tienen ahora.

Los expertos coinciden en que la pandemia dio un giro a la situación en la nación, donde «hay una fragmentación evidente del escenario político» en el que Rutte ya había empezado a «cansar» a la población. Sin embargo, ahora es visto como un «gestor de crisis en época de coronavirus» y un «hombre de Estado ideal», perfecto para seguir llevando el timón del país.

Y es que a su discurso de madurez y responsabilidad social, en el que muchos consideran que ha manifestado una gran «empatía» con los ciudadanos, se une su buena labor en materia financiera.

«No podemos ni cerraremos los ojos ante las consecuencias económicas de esta crisis. Es un período extremadamente difícil para muchas empresas, grandes y pequeñas», asegura el premier, que protagonizó una encarnizada lucha con sus socios de la UE para evitar que buena parte del plan de recuperación comunitario fuera a fondo perdido. Un villano en Europa, pero un gran reconocimiento en los Países Bajos. Que es donde realmente le importa.