El ICCRAM triplica la captación de fondos y logra 2,1 millones

B.G.R.
-

El centro de materiales cerró 2021 como el mejor año de su historia. Mantiene activas trece investigaciones y desde que nació en 2015 ha pasado de tener seis a 26 científicos en plantilla

Las instalaciones cuentan con equipamiento puntero y los investigadores trabajan con socios internacionales, incluidas empresas. - Foto: Alberto Rodrigo

La Universidad de Burgos anunció a finales de 2014 la creación de un centro puntero y pionero en la investigación de nuevos materiales para aliviar la dependencia de las materias primas monopolizadas por China. Desde su puesta en funcionamiento el año siguiente, el ICCRAM ha conseguido triplicar la captación de fondos al pasar de 650.000 euros a 2,17 millones con los que cerró el pasado ejercicio (el mejor de su historia), principalmente procedentes de la UE, convirtiéndose a su vez en tractor de estos proyectos al campus local.

Para entender la funcionalidad de esta dotación basta con un ejemplo. «Un teléfono móvil está formado por más de 70 materiales distintos», explica su director, Alfredo Bol. Los investigadores buscan nuevas alternativas para esa amalgama, además de analizar las existentes para reducir su toxicidad o impacto ambiental entre otros aspectos. Su labor no se restringe al campo de la tecnología sino que abarca otros sectores como el de la construcción, el aeroespacial, la maquinaria industrial, el farmacéutico o el de la medicina.

En la actualidad mantiene trece proyectos en marcha, de los cuales cuatro se captaron el año pasado, logrando una financiación récord, aunque la confirmación de dos de ellos llegó a principios de 2022. La cuantía media de los mismos asciende a 500.000 euros. El último que ha conseguido, denominado Diagonal, es también uno de los más importantes, ya que el centro ha asumido su coordinación, bajo la dirección del investigador Juan Antonio Tamayo, y cuenta con la participación de 21 socios internacionales, incluidas empresas, además de un presupuesto global de más de seis millones de euros.

Parte del equipo junto a su director, Alfredo Bol (de pie y con traje).Parte del equipo junto a su director, Alfredo Bol (de pie y con traje). - Foto: Alberto Rodrigo

Esto supone la «consolidación del instituto burgalés en el exterior» en un campo de investigación que tiene que ver con el estudio de la toxicidad de nanomateriales, que utiliza la industria del automóvil, la manufacturera, textil o cosmética, con el fin de determinar su potencial tóxico. «Los resultados serán muy útiles para elaborar directrices o estrategias relacionadas con la gestión de riesgos y el aumento de su seguridad», afirma Bol.

También de reciente concesión es Byosismo. Rocío Barros, responsable de la línea de investigación de medioambiente y sostenibilidad, precisa que su finalidad pasa por «mejorar la eliminación de contaminantes, tanto en el suelo como en el agua». Y para eso se analizarán los microorganismos existentes y la interacción entre ellos con el fin de que sirvan para acaben con esa contaminación. Para este estudio han recibido 530.000 euros, el mayor presupuesto de los 15 colaboradores que participan en él. A este trabajo también se suma FreeMe, que se detiene en la investigación de recubrimientos metálicos con la intención de mejorar la eficiencia industrial. «Nosotros somos responsables de evaluar y confirmar su seguridad», sostiene Barros, destacando los múltiples campos de aplicación en empresas que emplean materiales metálicos.

Otro proyecto de importancia es MeBaterry, con el que se busca avanzar en el desarrollo de una nueva generación de baterías, mientras que Biomac permite que el centro forme parte de la red europea de estudio de bionamoateriales sostenibles. Todo este trabajo supone «una proyección de futuro al contar con estabilidad financiera», algo especialmente valorado en el mundo científico porque asegura poder continuar con la investigación. «La apuesta que se hizo hace años por orientar la investigación dentro de la UBU hacia los fondos europeos se confirma que fue una decisión correcta», subraya Bol, destacando al mismo tiempo el «esfuerzo» realizado para lograr una mayor estabilidad que la que proporcionan las convocatorias tanto regionales como nacionales.

Este crecimiento en número de proyectos se ha trasladado también al volumen de la plantilla. El ICCRAM comenzó su andadura con seis personas y ahora suman 26, entre los que se encuentran científicos internacionales de reconocido prestigio, estudiantes de doctorado o posdoctorado, técnicos y becarios, con lo que esto supone de garantía de relevo. 

Durante este tiempo también son visibles los resultados de investigación. Al respecto, Sonia Martel, también del grupo de medioambiente y sostenibilidad, detalla el haber conseguido analizar la «seguridad y sostenibilidad» de varios materiales. A modo de ejemplo, hace referencia a imanes permanentes y a aleaciones nanocristalinas para aplicaciones aeorespaciales. Este tipo de logros se ofrecen como servicio a las empresas, tanto locales como nacionales o internacionales, de ámbitos como la construcción y la maquinaria industrial. Otro resultado ha sido el de conocer con mayor precisión la forma de desarrollar aditivos que se emplean en los lubricantes para disminuir la cantidad de materiales.

Los frutos de este centro no solo se quedan en sus dependencias, sino que se ha convertido en «tractor» de otros proyectos del campus. En este punto, Bol explica que al ser la primera dotación que se diseñó con el objetivo de captar financiación europea ha marcado un camino para otros. «Algunos lo han visto de manera directa porque colaboran con nosotros», sostiene, haciendo referencia al trabajo conjunto en el desarrollo de proyectos europeos con áreas como las de edafología, química analítica, economía o física aplicada, mientras que en otros casos ha servido de ejemplo para iniciar ese camino de obtención de fondos.