Mucho más que un huerto

L.N.
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Lydia Martínez lleva más de una década trabajando con niños en Fresnillo de las Dueñas. Tras dos años sin eventos por la pandemia, se reinventa con una apuesta ligada a las raíces

Mucho más que un huerto - Foto: L.M.

Lydia Martínez derrocha vitalidad. Hace ya 12 años que decidió apostar por el medio rural desde su ámbito: la animación sociocultural. Más concretamente, por Fresnillo de las Dueñas. Asegura que se siente como una vecina más. Que la implicación del pueblo es "estupenda" y que ha recibido "un apoyo total". Su misión es dinamizar un municipio con más de un centenar de niños empadronados, algo nada habitual en la Ribera del Duero. Con ellos hace campamentos en las vacaciones de Navidad, Carnaval, Semana Santa o verano, a los que suma los "viernes divertidos" una vez al mes y clases de patines.

Próximamente, pondrá en marcha una actividad más: un huerto educativo. Es, como ella misma explica, su forma de reinventarse tras dos duros años de pandemia sin eventos. También, otra manera de "sacar partido a las oportunidades que brinda el medio rural" y de potenciar el contacto con la tierra. Así que desbrozadora en mano y sin tiempo que perder, Lydia se ha ocupado de limpiar y preparar un terreno de unos 400 metros cuadrados que le han cedido en Fresnillo, gracias a la mediación "del señor Alberto", que siempre le ayuda con todo lo que necesita.

En total, cinco bancadas en las que hace unos días, con la colaboración de los propios niños, han plantado berenjenas, lechugas, pepinos, calabacines, cebollas rojas, acelgas y zanahorias. También romero, albahaca, lavanda, tomillo, melisa, menta y hierbabuena. "Todo menos tomates", dice, ya que todavía hay que esperar. El huerto de Ocioduero ha quedado "muy cuqui", con piedras decorativas y unos murales. No les falta detalle. Ahí está, por ejemplo, un photocall con hortalizas.

El objetivo, explica esta arandina de 33 años, es que los niños experimenten, observen la tierra y conozcan de dónde viene lo que comemos. En el campamento que iniciarán en junio, Lydia y sus tres compañeros, a los que define como "amigos y currantes", se encargarán de acudir con los más pequeños dos o tres veces por semana para regar, quitar malas hierbas y plantar algo más hasta que llegue el momento de recolectar.

"No es un huerto de producción, sino educativo, con todo adaptado para los niños", subraya, al tiempo que reconoce que ella también está aprendiendo porque "no había plantado nada en mi vida".

Ganas y actitud no le faltan. Da las gracias a los vecinos de Fresnillo, que se han involucrado "muchísimo" y especialmente a su alcalde, Gustavo García, por todas las facilidades que ha recibido a lo largo de estos 12 años.

Recuerda que empezó de cero. Lo hizo con los campamentos porque no existía esa oferta en los pueblos. "Fui poco a poco, sin grandes inversiones. Compré mi primer hinchable, cuatro balones, unas pinturas y unas tijeras". Tenía claro que no quería ir a la universidad, que le tiraba más "crear mi espacio aquí". Dicho y hecho. Primero acudió como voluntaria a un campamento de Cáritas. Le plantearon sacarse el curso de monitora de tiempo libre. Lo hizo. Más tarde, dio el salto a los estudios de animación sociocultural en Burgos, que compaginó con unas clases de patines que imparte desde que tenía 16 años.

Siempre activa. Siempre arraigada a Aranda y su comarca. Lydia cuenta que desde que puso en marcha su empresa se ha rodeado de gente de plena confianza, como su gran amiga Lidia o Mario, al que dio clase con nueve años. Juntos gestionan las ludotecas de Aranda, el ocio alternativo en el colegio Fernán González y todo tipo eventos. "Salir de este bache es aire fresco", zanja.