Fausti y Aída pertenecen a generaciones diferentes. La una a la de los niños de la postguerra, que crecieron tras la Guerra Civil española. La otra a la denominada Z, que ha cogido el relevo a los millennials, cuyos miembros experimentan la democratización del acceso a las oportunidades. Décadas de diferencia entre ambos nacimientos que no interfieren a la hora de unirse para defender con uñas y dientes el lugar que las rodea, aquel en el que se enamoraron sus padres, vivieron y sienten en lo más profundo de su alma.
Las dos comparten un tiempo detenido de trabajo, de construir desde el territorio para asentar los cimientos y sujetar lo que está por llegar. En el caso de la de mayor edad, el jardín que emerge como una isla nace fruto de su iniciativa particular. Con él únicamente busca dar sentido a esa naturaleza que ha construido con sus propias manos. Un pequeño relato sobre lo necesario de aquello que parece innecesario, como es cultivar la emoción desde un gesto, para ella plantar flores y verlas crecer cada año mientras se marchitan.
La estudiante de fisioterapia dejó el municipio más pequeño de La Bureba cuando comenzó sus estudios en la universidad, y aunque algunas asignaturas roban más tiempo del deseado, siempre queda margen para implicarse en impulsar la cultura y los atractivos de su lugar de origen, como por ejemplo ofreciendo visitas guiadas al dolmen El Pendón.
Ese activismo rural tan generoso que surge por y para el pueblo ha quedado plasmado en un gran mural que da la bienvenida los vecinos y turistas. StARTer Proyectos Culturales ha diseñado y ejecutado de la mano del Ayuntamiento una nueva intervención pictórica en la plaza Castilla con la artista invitada Eloise Gillow, procedente de Berlín. La obra, protagonizada por estas dos luchadoras amantes de su tierra, reivindica la identidad del lugar a través de todo lo que allí hay, engrandeciendo una acción cotidiana para dar esa relevancia a los actos sencillos pero trascendentales a su vez que ejecutan las vecinas.
A través de las brochas y los colores la artífice aborda lo que le rodea, las personas, las propias arquitecturas, la atmósfera misma del contexto integrando, huyendo del carácter invasivo e impositivo de las imágenes traídas de otro punto o que no miran al entorno. «Conservar, mantener el lugar como un hogar al que volver, como un viaje de ida y vuelta, un marcharse para regresar, hace reafirmarse al muro como testimonio del propio devenir», aclara Estela Rojo, de StARTer.
La historia se remonta al verano de 2021 y todo comenzó con la mirada puesta en las mujeres que habitaban de forma estable o intermitente en la pequeña localidad. Cantidad de charlas, encuentros y una profunda observación sobre la vida cotidiana derivó en una acción con alguna de ellas, que se han convertido en representantes de las mujeres de diferentes generaciones cuyas vidas están ligadas de forma distinta al entorno rural, pero que comparten esas ganas por seguir exigiendo la importancia del volver.
La organización homenajeó al mundo de la arqueología proponiendo un recorrido visual que relata la historia del pueblo en otra pintura, y pretende trabajar más en Reinoso. Aunque todavía no puedan avanzar información, Rojo se muestra encantada de continuar porque «se respira un ambiente especial en este rincón».
Seguir la pista a las ovejas para explorar el municipio. La organización StARTer Proyectos Culturales ha diseñado una curiosa yincana para que los turistas que planean visitar Reinoso no se dejen ninguno de los rincones más interesantes. No deberán guiarse con un mapa, ni tampoco con una aplicación móvil. Solo tendrán que seguir la pista de las ovejas que se esconden en diferentes lugares del pueblo, todos ellos con un encanto particular. Los rumiantes han encontrado buenos escondites que será misión de todos los miembros de la familia localizar, a la vez que descubren los encantos que les rodean.