No hubiera sido lo mismo sin la señorita Fletcher

ALMUDENA SANZ
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Mikel Santiago, César Pérez Gellida e Ibon Martín interpretan con éxito, y mucho humor, una tarde de novela negra en el Teatro Principal

César Pérez Gellida se dirige entusiasta al público flanqueado por Mikel Santiago (i.) y un divertido Ibon Martín ante la mirada del presentador, Alberto Marroquín. - Foto: Luis López Araico

Ni corrió la sangre, ni los puñales en la espalda (aunque alguno se clavó de mentirijillas) ni ningún espontáneo se precipitó al vacío desde el paraíso. Pero la trama convenció y, como las páginas en una buena novela negra, los minutos se pasaron rápido. Mikel Santiago, César Pérez Gellida e Ibon Martín pintaron una divertida y aplaudida tarde negra sobre el escenario del Teatro Principal. Se metieron al público en el bolsillo desde el minuto uno. Y ni un lector se movió de la butaca. Porque, como los buenos actores, la química entre los tres, y con el presentador, Alberto Marroquín, se palpó en una velada en la que cada uno se adentró en el oficio de escritor con seriedad, pero con mucho, mucho sentido del humor.

La reciente goleada del Burgos al Valladolid, la inquina que el pueblo de Hondarribia ha desarrollado contra Ibon Martín a raíz de su última novela, La hora de las gaviotas, el peso de los volúmenes y el uso de los contadores de letras, las constantes amenazas con reventar la historia del contrario o las risas al hilo de la señorita Fletcher y su famosa serie Se ha escrito un crimen se sucedieron en la función. 

Aunque no hubo que subir ningún telón y las luces en vez de apagarse se encendieron más, la guasa apareció desde el primer acto. Martín intentó ganarse al patio de butacas afirmando que, en realidad, él, con una madre de Palencia y un padre de Salamanca, lleva sangre castellana. «Si me abren por dentro soy más castellano que el Cid», soltó con el consiguiente abucheo de Pérez Gellida. El vallisoletano, que resultó el más ganso de los tres, confesó que él estaría más a gusto en Burgos «si no hubierais pasado por encima de nosotros en El Plantío» para confraternizar después con un «me gusta Burgos y los lectores de Burgos». Y es que el autor de Astillas en la piel es viejo conocido en los bares, no como Santiago, que visitaba la ciudad para presentar uno de sus libros por primera vez. Lo ha traído En plena noche.

Empezaron por el principio. Por su llegada al mundo de la literatura. El insomnio guio a Pérez Gellida. Para conciliar el sueño y no molestar hilaba relatos en su cabeza. Un día decidió dar un paso más. «Lo mío con la literatura no es vocacional, jamás pensé de pequeño en ser escritor». Con la autopublicación de sus relatos se inició Santiago y una puerta cerrada en el Diario Vasco y su afición a andar por el monte propiciaron la entrega de Martín. Y de ahí en un paso a publicar guías con rutas de Euskadi con su propia editorial (su paisano dio fe de que él las había usado y no se había perdido), echarse una pareja de Cambrils para huir del lluvioso invierno de Donosti y aliviar el aburrimiento en ese pueblo vacío escribiendo.  Y en diez años los tres han alumbrado un puñado de libros y conseguido el éxito. 

Compartieron dónde se entregan al oficio, con muchas bromas sobre lo oportuno o no de decir la verdad (...). 

(Reportaje completo en la edición impresa de Diario de Burgos de este miércoles o aquí)