Ecuador del mandato con los grandes proyectos en el aire

H.J.-C.M.-J.M.
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La coalición de PSOE y Ciudadanos afronta la segunda mitad de la legislatura teniendo el bulevar de la calle Vitoria, el Mercado Norte, el Burgos Río o la remodelación del Castillo aún en fases embrionarias.

Foto de familia de los 16 concejales que componen el equipo de Gobierno. - Foto: Alberto Rodrigo

Burgos llevaba 20 años sin experimentar un gobierno municipal de coalición, y la inexperiencia se nota. Desde la legislatura de Ángel Olivares, cuando PSOE e IU se quedaron en minoría tras la espantada de Tierra Comunera, la ciudad solo había estado gobernada por el PP en solitario, así que los mecanismos de contrapeso, tomas y dacas que son necesarios para la convivencia entre formaciones de distinto color se habían olvidado.
Daniel de la Rosa tiene el mérito de haber logrado una alianza duradera que, salvo sorpresa mayúscula, le permitirá estar cuatro años en la alcaldía, algo por lo que pocos hubieran apostado cuando fue investido en 2019. PSOE y Ciudadanos tuvieron que aprender a convivir y a gestionar, y ahí siguen meses después de haber escenificado su alianza. Los naranjas primero le concedieron a los socialistas la aprobación del presupuesto de 2020 y finalmente, tras seguir coqueteando durante meses con el PP, acabaron entrando definitivamente en el equipo de Gobierno en octubre del año pasado. Con ese movimiento proporcionaron estabilidad a la institución y alejaron el fantasma de la moción de censura. Desde entonces han pasado ya ocho meses, y dos años desde que De la Rosa fue elegido alcalde.
El día 15 de junio se cumple oficialmente el ecuador del mandato y, como ocurre en cada legislatura, el balance se presta a múltiples matices. Más allá del porcentaje de cumplimiento de unas promesas electorales que pierden la mayor parte de su valor nada más cerrarse las urnas, lo cierto es que el bipartito afronta la segunda parte del mandato con mucha tarea pendiente. 
El PSOE, uno de los dos grandes transatlánticos del bipartidismo español, ha tenido que acostumbrarse a compartir el poder. A cambio de garantizarse la alcaldía hasta 2023, cedió a Ciudadanos las concejalías de Licencias, Comercio, el Instituto Municipal de Cultura o Aguas. Los naranjas podrán presumir de los logros que obtengan en ellas, pero también tendrán que lidiar con problemas como la situación por la que atraviesa Aguas de Burgos, con una guerra interna declarada cuyas consecuencias todavía están por conocerse.
Por si fueran pocas las dificultades de gobernar en coalición, al bipartito le ha pillado una pandemia mundial, con graves consecuencias para el funcionamiento cotidiano de todas las administraciones, con repercusión en los ingresos y con buena parte del tejido empresarial afectado por la crisis económica derivada de la sanitaria. Ha sido necesario establecer dos planes de crisis, con ayudas directas a los sectores más afectados, teóricamente dotadas de muchos millones de euros pero que en buena medida aún no han llegado a sus destinatarios.
Sin embargo, el coronavirus no puede ser la única explicación a que los grandes proyectos sigan en una fase demasiado incipiente, que impedirá ver obras en ellos antes de 2022 y que tampoco permitirá que puedan ser inaugurados antes de que los ciudadanos vuelvan a votar en mayo de 2023. El propio alcalde le resta importancia al hecho de cortar la cinta de las obras, pero los tiempos son importantes cuando hablamos de balances.
Es el caso del bulevar de la calle Vitoria en Gamonal, que el equipo de Gobierno prefiere denominar «avenida comercial» y que ha sido sometido en dos tandas a sendas consultas populares (la última ampliada a un conjunto de propuestas para el barrio) con muy escasa participación. Solo para la calle Vitoria se barajan presupuestos de entre 6,2 y 7,5 millones de euros, así que su licitación y posterior ejecución conllevará muchos meses a partir del momento en que el bipartito se decida a ejecutarla sin temor a un posible rechazo del barrio, como sucedió en los precedentes de 2005 y 2014.
El otro gran objetivo de la legislatura por su volumen presupuestario, el Mercado Norte, ha avanzado en los últimos días un paso fundamental. Hemos sabido que el coste rondará los 19 millones de euros (17 para el edificio y 2 para la urbanización exterior), que se optará por una concesión de obra pública para que un inversor privado asuma parte del riesgo empresarial y que la idea es convocar el concurso para las obras en el primer trimestre de 2022. Pero tampoco llegaría a tiempo.
Con la entrada de Ciudadanos en el Gobierno, al carro de los grandes proyectos se sumaron otros dos con sello puramente naranja: Burgos Río y la revitalización del Castillo. El proyecto estrella para los entornos del Arlanzón aún tiene que cuajar en forma de concurso de ideas en el que participarían arquitectos de prestigio nacional e internacional, porque el vicealdalde, Vicente Marañón, quiere invitar a un ‘premio Pritzker’ para darle lustre a la concurrencia arquitectónica.
En cuanto al Castillo, hace unas semanas se presentó el proyecto ganador para su revitalización con nuevos atractivos culturales y turísticos, pero el equipo de Gobierno tiene asumido que tampoco podrá haber obras hasta el próximo ejercicio.
Más allá de estos cuatro proyectos, el análisis de otros grandes retos del mandato y su comparativa con el que este periódico hizo hace justo un año permite conocer de un vistazo los progresos, lo que se ha estancado y lo que empeoró en los últimos 12 meses.

 

Presupuesto asegurado. 
La consecución de unas cuentas estables para la ciudad, y de las consiguientes modificaciones que han sido necesarias, es algo positivo para el funcionamiento cotidiano más allá de su posterior grado de ejecución o su irrealidad respecto a las previsiones de ingresos. Es algo que debería darse por hecho, pero no fue así mientras el PSOE estuvo en minoría y resultó el primer fruto de su alianza con Ciudadanos.

 

Deuda de los consorcios.  
Preocupa todavía más que en junio de 2020, sobre todo en el caso de Villalonquéjar IV, aunque también en el desvío. Las ventas de suelo se han frenado, no se han concretado algunas de las grandes operaciones que estaban ‘apalabradas’ y el importe multimillonario que se debe sigue recayendo sobre las arcas municipales porque no se ha logrado que el Estado lo reclasifique.

 

Arreglo de La Llana.
Es la última alegría que ha recibido el centro histórico. Con retraso, pero se acaba de inaugurar la nueva imagen de una parte fundamental del entorno catedralicio que aporta modernidad y calidad urbana. A la espera siguen la plaza del Sobrado o la apertura definitiva del Callejón de las Brujas, cuya parte inferior ya se adecentó.

 

Autobuses y bicicletas.
La aprobación de la Ordenanza de Movilidad vino a proporcionar un marco regulatorio claro, aunque con polémica porque expulsó a las bicis del corazón del centro histórico. Las ciclocalles fueron un parche, pero al menos proporcionan algo de seguridad al ciclista en vías claves a la espera de nuevos tramos de carril bici. Estos aspectos positivo ha sido empañados por el pintado de aceras bici en Casa la Vega y Doctor Fleming, que han vuelto a demostrar la errática política ciclista de la administración. Se ha conseguido poner en marcha un nuevo mapa de autobuses, algo que durante años pareció misión imposible y que ha sido recibido sin grandes críticas por parte de los usuarios, lo cual es todo un logro.

 

Ordenanza de terrazas. 

La crisis del coronavirus impidió su aprobación definitiva cuando todo estaba a punto y la posterior situación de la hostelería llevó al Consistorio a tener manga ancha con permisos y ampliaciones. Ahora, tras  la proliferación masiva de veladores por toda la ciudad, el Ayuntamiento tiene frente así el reto de volver a poner orden cuando la pandemia acabe y el sector pueda trabajar sin restricciones.

 

Piscinas de verano y polideportivo S. Pedro y S. Felices. 
El arreglo de las piscinas de El Plantío tampoco se ejecutará este año, como ocurre con el polideportivo de El Plantío, aunque en ambos casos se esperan para 2022. Dentro del ámbito de Deportes, la remodelación del velódromo de San Cristóbal ha salido claramente de la lista de prioridades.

 

Peña Amaya.  
El Ayuntamiento tiene recurrido el caso en el juzgado para intentar recuperar un edificio que costó 5 millones de euros y fue objeto de una permuta del PP luego declarada ilegal. Sin embargo, hace meses que está a la venta. Si los administradores concursales de la empresa propietaria logran enajenarlo, la ciudad podría perderlo para siempre.

 

Giros a la izquierda en el bulevar. 
El Ayuntamiento mantiene la idea de habilitar algún giro mediante intersección semafórica y ha llevado a cabo varios estudios al respecto, mientras ha quedado descartada la idea de habilitar rotondas dentro del bulevar, ante las críticas de los colectivos de peatones, de ciclistas y hasta de los arquitectos suizos que lo diseñaron, quienes en este periódico calificaron de «anacrónica» esta pretensión por ir en contra de todas las tendencias modernas de movilidad.

 

Escuela infantil y cívico de Fuentecillas.
Las obras de la escuela infantil Río Vena están avanzadas y se espera que concluya en septiembre, aunque no abrirá sus puertas hasta el curso 2022-2023 por la necesidad de amueblarlo y convocar el correspondiente proceso de matrícula. Por su parte, el centro cívico de Fuentecillas ya tiene proyecto de ejecución y la idea del equipo de Gobierno es licitarlo de inmediato, adjudicar las obras después del verano e iniciarlas en este mismo ejercicio. El plazo de construcción se estima en torno a los 20 meses, de modo que como muy pronto su puesta en funcionamiento no se producirá hasta finales del año 2023.