Confluencia de peligros

JUNIOR VIEIRA
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Los mirandeses reclaman una mayor seguridad a la hora de atravesar los pasos de peatones. Los contenedores y los vehículos en carga y descarga impiden la visibilidad. La Ronda del Ferrocarril y la calle Logroño aúnan el mayor peligro

Calle Logroño, 48. - Foto: Luis López Araico.

El simple gesto de cruzar un paso de peatones muchas veces conlleva un riesgo para nada justificable. A lo largo y ancho de la ciudad se sitúan numerosos de ellos y en multitud de ocasiones, las condiciones para cruzarlos no son las más adecuadas. Bien por falta de visibilidad o bien porque a veces los conductores no respetan los límites de velocidad. Las quejas abarcan multitud de motivos como así indican numerosos ciudadanos que muestran su creciente preocupación.

A la altura del número 26 de la calle Ronda del Ferrocarril se encuentra uno de los cruces más peligrosos. A pesar de los intentos del Ayuntamiento por dar remedio a esta problemática, ya sea poniendo badenes o limitando la velocidad, algunos ciudadanos continúan mostrándose algo reacios. «Aquí los coches vienen como si fuera una autopista», señala Rosa María, quien además vive en esa zona. Precisamente en este cruce, un accidente acabó con la vida de un transeúnte en 2018. La vecina no duda a la hora de afirmar que «los peatones tienen que andar con muchísimo cuidado». Ella misma estuvo a punto de sufrir un percance en la confluencia entre las calles San Agustín y La Estación. «Crucé con el carrito, el semáforo estaba en verde y un coche pasó volando, no pasó nada porque tuve reflejos», recuerda. 

Jose Antonio expresa que «Miranda no es un sitio muy conflictivo en este sentido», pero admite que ha llegado a ver a varios vehículos que «han dado la vuelta donde no deben» en este paso de peatones de la Ronda. La configuración tan recta de esta avenida y que haya un poco de desnivel hace que «los coches vayan a bastante velocidad aunque esté limitada a 20 kilómetros por hora», aunque los peatones también tienen parte de culpa, al pasar «por donde no deben». 

Calle Ramón y Cajal, 20. Calle Ramón y Cajal, 20. - Foto: Luis López Araico

Estos inconvenientes se pueden trasladar perfectamente hacia el paso situado a la altura del 48 de la calle Logroño. En hora punta, muchos automóviles y furgonetas atraviesan esta parte de la ciudad al volver de trabajar y en ocasiones, se forman innumerables filas. «Alguna vez si que han habido frenazos porque no se esperaban personas», relata Leire, quien trabaja justo delante de este cruce. Emilio, otro ciudadano, achaca su peligrosidad al «numeroso tráfico y que los coches no se ajustan a la velocidad», pero también a que «hay contenedores y vehículos altos aparcados que dificultan la visibilidad». El mirandés propone como solución  «un espacio de estacionamiento menos justo donde el paso».  Además, también acusa a muchos automovilistas de no aparcar donde deben como ocurre en la calle Vitoria. Álvaro, viandante, pone el foco en el paso de vaca situado en Ramón y Cajal, no porque conlleve peligrosidad sino porque «la mayoría de conductores no lo consideran y llega a ser algo peligroso». 

Más fotos:

Calle Arenal, 84.
Calle Arenal, 84. - Foto: Luis López Araico
Calle Ramón y Cajal, 18.
Calle Ramón y Cajal, 18. - Foto: Luis López Araico
Calle Ronda del Ferrocarril, 26.
Calle Ronda del Ferrocarril, 26. - Foto: Luis López Araico

Los depósitos de basura que se sitúan por todo el centro de la ciudad también pueden restar visión a los transeúntes. Por ejemplo, en el número 84 de la calle Arenal o en el 20 de Ramón y Cajal donde además de los mismos, se encuentran también unas vallas rojas y blancas. Milagros lo tiene claro y pide que se «retiren porque no hacen más que estorbar, es peligroso». Los contenedores provocan que se tenga que «salir un poco al paso de cebra para mirar», apunta Charo. La vecina tiene que trasladar a su marido en silla de ruedas. «Me lo pueden llevar por delante», lamenta. El problema se puede extrapolar a la totalidad  del centro de Miranda, ya que «en todos los sitios está así por los contenedores». Las plazas de carga y descarga, y por ende los camiones y furgonetas, también contribuyen, ya que muchas se sitúan junto a estas señalizaciones y dificultan tanto la visibilidad del caminante quien no ve los vehículos hasta asomar la cabeza en el paso de cebra, como la de los propios conductores quienes también sufren a la hora de entreverlos en la acera.