La pareja chilena del UBU San Pablo

ÁLVAR ORTEGA
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Sebastián Ceballos pensó en su compatriota y amigo Felipe García cuando quedó un puesto vacante en la portería cidiana. Este no dudó en perseguir su sueño de jugar en España e intentar ascender a la ASOBAL

Sebastián Ceballos y Felipe García, extremo y portero del UBU San Pablo. - Foto: Patricia

Sebastián Ceballos fue uno de los ocho fichajes del UBU San Pablo para la actual campaña. El extremo izquierdo chileno, que había conseguido dos ascensos a la Liga ASOBAL en Zamora, además había disputado tres fases de ascenso y había probado suerte un año en Portugal. Esa sobrada experiencia, además de su nivel desde el extremo, fueron méritos suficientes para convertirse en el tercer jugador internacional de la plantilla. Ruslan Dashko (Rusia) y el portero Mile Mijuskovic (Montenegro) eran los otros dos.

Este último abandonó el proyecto cidiano hace dos semanas para poner rumbo al Bathco BM Torrelavega, un movimiento que obligó al club castellano a buscarle sustituto. Y a contrarreloj, Ceballos pensó en su amigo Felipe García para convertirse en el décimo refuerzo de la temporada. El noveno había sido el ruso Igor Karlov, que llegó a Burgos a mitad de temporada para suplir la baja de Alberto Pinillos y para convertirse en el mejor aliado de su compatriota Dashko.

«En cuanto surgió la oportunidad hablé al club de él y le llamé. Somos muy amigos, nos conocemos de hace mucho. Tener uno de tus mejores amigos aquí, y después de tanto tiempo, lo hace todo mucho más llevadero», afirma Sebastián Ceballos sobre un fichaje que, aunque fue rápido, no fue fácil a pesar de que él actuó «casi como representante», añade entre risas.

«Mi proyección era venir a jugar a España a partir de la próxima temporada y de la nada me habló Sebas porque necesitaban un portero urgentemente. Dije que no podía, que tenía trabajo, pero lo pude compaginar haciéndolo desde casa... y dije que sí», comenta el guardameta sobre su llegada a Burgos, en la que tuvo que combatir el jet lag sobre el parqué. Llegó el sábado a España y el domingo el técnico Nacho González decidió darle entrada en el minuto 20 ante Puerto Sagunto. No se volvió a sentar y se convirtió en una pieza clave del triunfo. «Fue un debut soñado. Creo que era la persona más feliz de todo El Plantío», expresa.

Conectados. Tanto Ceballos como García nacieron en Santiago de Chile, el primero en 1992 y el segundo 1993, y han trazado dos trayectorias deportivas que, por tercera vez, se cruzan. «Ya en Chile compartimos club jugando en la misma Universidad durante dos años. Desde entonces hemos coincidido en las concentraciones de la selección», donde han compartido hasta siete Mundiales uniendo las categorías inferiores y la absoluta. «Y ahora volvemos a juntarnos en Burgos», explica el extremo izquierdo, que vivió un proceso de adaptación al club muy diferente al de su compatriota, que nunca había jugado en España.

«Yo ya había estado en la División de Honor Plata jugando con Zamora. En seis temporada logramos dos ascensos a la Liga ASOBAL. A mí lo que me costó en Burgos fue adaptarme al estilo de juego. Yo venía de jugar siempre 40 ó 50 minutos con un balonmano en el que se regula y en el que no se corren todos los contragolpes. En cambio aquí llevas un ritmo con el que en seis o siete minutos ya tienes la lengua fuera. Eso me costó un poco pero ya estoy mucho mejor», recuerda Ceballos, que en el último encuentro estuvo impecable desde los siete metros (4/4).

Por su parte, Felipe García está viviendo a las orillas del Arlanzón su primera experiencia en España: «Trato siempre de plantearme objetivos. Para mi el primero era jugar en España. Mi sueño de toda la vida es hacerlo en la ASOBAL. Pero a lo que aspiro es a llevar seguridad al arco, a hacer partido de un 30% de paradas, que es lo que se necesita para ganar un partido», matiza el arquero, que ha firmado un contrato por los dos meses restantes de curso y que se está centrando en mejorar su faceta como pasador para facilitar los contraataques: «Tengo que presionarme para ajustar los pases. No es mi debilidad, se me da bien... pero necesito regular más mi confianza. Además todavía me falta un poco de ritmo», concluye el último jugador en llegar al UBU San Pablo.