Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


La cultura del esfuerzo

03/11/2022

Hay ciertos momentos en los que todo gira demasiado deprisa, que descubres que todo ha cambiado sin darte cuenta. Son la clase de clichés que se convierten en realidad de un día para otro.

Vengo de la boda de Carlos y Ana mientras Enri está en el paritorio. Lu abre la tienda física de su marca. Isa se ha comprado un coche con su sueldo. Lydia y David se van a vivir juntos. Todos avanzan y yo me quedo de testigo, inmóvil.

«Los jóvenes de ahora no paráis. Es lo que tiene la edad, que tenéis fuerzas», me dice mi abuela con sus 94 años. Trabajamos, estudiamos, salimos y -con un poco de suerte- dormimos. Y volvemos a repetir. Todo para que nos digan que no peleamos lo suficiente.

Isabel Díaz Ayuso aseguraba que «la falta de estímulo» y de la «cultura del esfuerzo» habían llevado a la juventud española al consumo de drogas. Para la presidenta madrileña, mi generación se queda sin «el tesón y la paciencia» que tuvieron los que nos precedieron.

Me cuesta pensar en algún joven al que esa descripción aplique. «Lo tienen todo» como categorización implica no querer ver el esfuerzo de los que vienen detrás. Lu creó su marca en el colegio. Carlos y Ana se enamoraron con un mar en medio. Isa tiene mil proyectos que hacen que siempre la encuentres trabajando. Todos los nombres de este relato tuvieron el tesón de luchar por su vocación, por su futuro o por el amor. Son el ejemplo de una generación que merece una mínima dosis de confianza.

Veo que la vida pasa en que cada vez voy a más entierros, más bodas y más bautizos. Me acostumbro más al final y me asombro cada vez más por los principios, porque la falta de fe se contagia. «¿Cómo sigues teniendo hijos?» le pregunté a Enri. «Porque son mi esperanza para cambiar el mundo», me soltó.

Hoy deberían estar leyendo a Rodrigo Burgos, que nos ha dejado con un vacío que otra pluma no podrá llenar. Continuamos y aceptamos el dolor presente porque pensamos que lo siguiente, y los siguientes, serán mejores. Porque el mayor esfuerzo es mantener la confianza en un futuro en manos ajenas.