El tren no recupera ni la mitad de los viajeros prepandemia

H. JIMÉNEZ
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La estación Rosa Manzano sumó apenas 30.000 pasajeros en 2021 respecto al año anterior, una cifra pírrica frente al más de un millón que Renfe ganó en la región

La estación de Burgos, además, sigue sin cambiar el letrero a ‘Rosa Manzano’. - Foto: Christian Castrillo

El terrible golpe sufrido por el uso del ferrocarril en Burgos a causa de la pandemia y el consiguiente recorte de servicios no logró recuperarse a lo largo del año 2021. Entre enero y diciembre el número de viajeros que pasó por la estación Rosa Manzano creció ligeramente respecto al año anterior, pero quedó todavía muy lejos de las cifras anteriores al coronavirus, y muy por debajo también de la recuperación alcanzada en el conjunto de Castilla y León.
Según las cifras aportadas por Renfe, un total de 147.493 pasajeros utilizaron la terminal burgalesa durante el ejercicio pasado. Fueron 30.500 más que en 2020, lo que supuso un 26,16% de crecimiento respecto al año en el que comenzaron las restricciones a la movilidad por el coronavirus. Pero aún son menos de la mitad de los 327.900 que se registraron en 2019, el último ejercicio completo de la vieja normalidad, y quedaron por debajo del 39% alcanzado a nivel autonómico.

De los casi 150.000 usuarios dos tercios de ellos fueron aportados por lo que Renfe denomina como «servicios comerciales», que en el caso de Burgos equivalen a los Alvia que comunican Madrid con el País Vasco pasando también por Segovia y Valladolid. Su uso casi se duplicó respecto al del año anterior (pasaron de 57.000 a 95.000), pero la estadística global quedó lastrada por los Media Distancia, que incluso presentaron un dato peor que en 2020 al bajar un 13%.

Es evidente que la supresión de servicios ferroviarios fue determinante en este descenso que provocó la huida de los viajeros que utilizaban los comúnmente conocidos como «regionales» para desplazarse a Palencia, Vitoria, Logroño o Valladolid. Durante muchos meses de la pandemia la estación Rosa Manzano solo veía pasar diariamente una decena de trenes de pasajeros, menos de la mitad de los que llegó a tener en su apogeo durante los años 70 u 80. El primer tren no pasaba por Burgos antes de las 11,56 del mediodía y el último lo hacía a las 18,30 de la tarde. Un pírrico horario que generaba más de 17 horas de completo silencio cada jornada en el enorme y frío vestíbulo de la estación.

La operadora ferroviaria subraya que, en la actualidad, «el proceso de desescalada para la recuperación de servicios  sigue en marcha, al tiempo que se va recuperando la demanda. Los trenes de Servicio Público han recuperado en abril de este 2022 la mayor parte de las frecuencias que habían sido suprimidas por la pandemia, a falta de dos circulaciones a la semana de los llamados 'Lince' que comunican Vitoria con Madrid».
En efecto, actualmente cualquier día laborable cuenta con alrededor de 14 salidas y otras tantas llegadas. La primera circulación es a las 8,23 hacia Pamplona y la última a las 21,43 camino de Vitoria, ambas gracias a los regionales que se han recuperado hace pocas semanas. La normalidad se va imponiendo poco a poco en las frecuencias, pero habrá que esperar a que acabe 2022 para ver si los trenes han logrado recuperar la confianza de quienes se vieron expulsados de este medio de transporte y obligados a buscarse otras fórmulas de movilidad.

(El análisis completo y las gráficas, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy lunes o aquí)