Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


No hay poco rock&roll

24/10/2022

Hay mucho, al contrario de lo que afirmaba Fito en su archiconocido tema con Platero y Tú. Y es que el otoño (eufemismo de invierno) ha empezado en esta ciudad subido a un escenario, pleno de espectáculos musicales, en el primer arranque de temporada de verdad desde antes de la pandemia.

Hay ganas, y hay cosas. El mismo Fito vendió todo el papel para su bolo del próximo febrero en apenas minutos el pasado miércoles, dejando a cientos fuera. Esta última semana, sin ir más lejos, arrancó el concurso de La Rúa, una verdadera liga de música en directo que casi cada jueves hasta marzo permite (con entrada libre) echarse una y comprobar a qué suena la chavalería.

Inauguraron Juicio Final, de Pradoluengo, una banda con una sección de vientos (cuatro) que les hace sonar mucho (pero mucho) y que deja claro que provienen de un lugar con una tradición (y banda) musical centenaria. Al día siguiente, la sala Andén 56, se peinó el tupé para dar la bienvenida a Lee Rocker, uno de esos admirables obreros del rock&roll que llevan décadas pateándose los garitos del mundo. Miembro de los Stray Cats, banda fundamental de los primeros ochenta que resucitó y actualizó el sonido rockabilly, Lee estuvo sacando de su contrabajo las esencias clásicas. El sábado, fue el turno de la segunda fecha de la temporada de Acción Musical Burgos, otro clásico ya de la programación local. Fue turno de Urban Dance Squad, combo holandés de los noventa con un sonido que lleva a Rage Against the Machine o Red Hot Chilli Peppers. Tocaron en el Siesta Brewing CO, que se ha incorporado plenamente al circuito de directos de la ciudad desde el mismísimo polígono industrial de Villalonquéjar, lo que tiene su punto.

En el horizonte se ven cosas: Pancho Varona, La Fuga, La Pegatina, Carolina Durante, Cariño, Second, Mäbu o los enormes Morgan para cerrar el año, el 30 de diciembre. Tal vez algunos de estos nombres no le suenen siquiera pero, créame, cada uno en su estilo, ofrece la posibilidad de vivir una experiencia tan íntima como la música pero, a la vez, rodeado de otros; sentir algo individualmente y al mismo tiempo formar parte del latido de un grupo de personas. En definitiva, el maravilloso espectáculo que comienza después de que alguien choca dos baquetas y dice: Un, dos, un, dos, tres y... Ya era hora. Que dure.

Salud y alegría.