La sequía reduce un 10% la uva a cosechar en Ribera del Duero

I.M.L.
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Las estimaciones rondan los 100 millones de kilos como tope, entre un 20 y un 30% menos que la media de años anteriores. Ya hay abiertas 20 bodegas y se han recogido 250.000 kilos

La Finca Torremilanos fue la primera en empezar la vendimia con la variedad blanca de albillo mayor. - Foto: Leticia Núñez

La falta de agua a lo largo del ciclo vegetativo de la vid que alcanza ahora la óptima maduración de la uva se va a traducir en una merma de la próxima cosecha. Las estimaciones más optimistas en la DO Ribera del Duero hablan de un 10% menos comparada con la vendimia anterior, marcando los 100 millones de kilos de uva como máximo, cuando el año pasado se rozaron los 110 y la cifra récord está en más de 133 en 2016. 

De momento, hay tímidos movimientos en las viñas, con los responsables de elegir el día de inicio de recogida haciendo controles diarios, y en las bodegas para recibir los frutos del campo. Con el mes de septiembre recién estrenado, ya hay una 20 elaboradoras que están recepcionando uva, con un total de 250.000 kilos recogidos, la mayoría de uva blanca. Según los datos que maneja el Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero, el 30 de agosto se arrancaron los primeros racimos de albillo mayor, variedad que madura antes, y los primeros de tempranillo entraron en bodega a finales de la pasada semana, entre el 3 y el 4 de septiembre. 

Uno de los parámetros que ahora se maneja para estimar el momento óptimo para recoger cada parcela es el peso de 100 bayas, que se controla por parte de los servicios técnicos del Consejo Regulador dos veces por semana a partir de ahora. «Las cifras son las más bajas del peso histórico de esta zona», recalca Jose Manuel Pérez, de Dominio de Calogía. Según los últimos registros, la media del territorio de la DO está en 136,9 gramos, con mucha desigualdad en función de la localidad en la que se haya tomado la muestra y la cifra más baja desde que se tienen registros. El año pasado, por esas fechas, ese valor era de 150 gramos, y el año en que estuvo más bajo al empezar septiembre fue 2005, con 142. «Nos sirve de referencia para constatar que este año viene menos cuantiosa», apunta Pérez Ovejas.

Mientras tanto, la incertidumbre planea sobre los viticultores y bodegueros, pendientes de que caigan las lluvias anunciadas para próxima semana, que podrían suponer un salto de cantidad y calidad para la futura añada. «Viene muy desigual y heterogéneo, se ha empezado a coger tinto muy pronto y se va a acabar muy tarde», apunta Alberto Tobes, responsable del Servicio de Experimentación del Consejo Regulador.

Según lo que se aprecia a pie de campo, con muestreos continuados, «este año se sale de cualquier tipo de datos históricos, es como dar palos de ciego», reconoce Tobes, que no se atreve a predecir qué es lo más favorable a estas alturas para el viñedo. «A buena le vendría bien la lluvia, pero a lo que ya está para cogerse le vendría mal. Ahora mismo, más que nunca, no va a llover a gusto de todos», insiste.

Mientras todo se dirime en el campo, con la mirada puesta en los fenómenos meteorológicos, los expertos avisan que la de 2022 va a ser una cosecha que dará mucho trabajo también en la bodega. «Es una añada muy técnica, hay que ir decidiendo cuándo vendimiar cada parcela y, luego, cómo elaborarla; este año vale menos que nunca una receta», valora el responsable del Servicio de Experimentación del Consejo Regulador, a tener de lo que está viendo en el campo.