Controles estrictos para evitar catástrofes como la de Ohio

G. ARCE
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Tráfico activa una media de «2 o 3» alertas por accidente al año. La última se produjo el 4 de agosto, tras la colisión de dos camiones en los túneles de Pancorbo, uno de los cuales transportaba carga peligrosa

La colisión entre dos camiones y el incendio de uno de ellos en agosto de 2017 obligó a activar el Centro de Coordinación de Emergencias del 112 ante el riesgo de una nube tóxica. - Foto: Alberto Rodrigo

La Jefatura Provincial de Tráfico activa, de manera preventiva, una media de 2 o 3 protocolos cada año por accidentes en los que está implicada una mercancía peligrosa. Es, afortunadamente, una incidencia «muy baja» para una provincia por la que transcurren algunos de los itinerarios autorizados para estos tráficos especiales más concurridos de España y en la que están radicados unos polígonos industriales que se proveen diariamente de materias primas de alto riesgo. Una estricta normativa en permanente actualización, la especialización de los transportistas y los controles periódicos de las patrullas de Tráfico de la Guardia Civil evitan, por ahora, que se produzcan catástrofes como la del descarrilamiento del tren en Ohio cargado de sustancias tóxicas.

La última activación del protocolo de emergencias en Burgos, confirma el jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, se produjo el pasado 8 de agosto tras la colisión de dos camiones en la AP-1, en los túneles de Pancorbo. Las históricas retenciones que generó este siniestro no solo se debieron a la aparatosidad del mismo y la complejidad del lugar, sino también a las mercancías que transportaba en garrafas uno de los camiones, de carácter peligroso. Finalmente, no hubo ni vertidos ni fuga de gases; la mercancía en cuestión se trasvasó a otro camión con todas las condiciones de seguridad.

La situación más grave vivida en los últimos años, recuerda Galán, se vivió el 30 de agosto de 2017 muy cerca de la capital, en su circunvalación, cuando colisionaron un camión cisterna cargado de pentano líquido -gas altamente inflamable pero no tóxico- con otro que transportaba nitrato amónico (fertilizante). El primer vehículo se incendió [su conductor falleció], obligando a paralizar la circulación por la A-1 y a activar el protocolo ante el riesgo de que una nube tóxica afectara a los vecinos de las urbanizaciones cercanas en el entorno de Fuentes Blancas.

En aquel siniestro se activó el Centro de Coordinación de Emergencias 112, encargado de organizar toda la intervención. Finalmente, el perímetro de actuación no se extendió más allá de la circunvalación de la ciudad.

Unos pocos kilómetros antes, en la conexión con la penetración de Cortes tuvo lugar en 2006, el 14 de marzo, uno de los accidentes más graves aunque, finalmente, sus consecuencias fueron menores. Un camión cargado con Goma-2, integrante de un convoy de transporte procedente del complejo industrial del Páramo de Masa, volcaba con su carga en el extrarradio de la capital. Su mercancía es considerada extremadamente peligrosa, pero se transporta sin el iniciador, por lo que se descartó cualquier riesgo de un estallido de los explosivos que hubiese sido catastrófico.

Aquel incidente tuvo su parte positiva: visualizó la gran cantidad de tráfico de mercancías peligrosas que discurría por el casco urbano (principalmente por la avenida de Cantabria) y la urgencia de cerrar la circunvalación de la ciudad.

Itinerarios. Hoy la circunvalación de la capital, la BU-30, así como por las principales autovías que transcurren por la provincia (A-1, AP-1, A-62, A-73, A-66 y A-11) forman parte de la red de itinerarios autorizados y obligatorios para el tráfico de mercancías peligrosas. Son vías de alta capacidad que ofrecen fluidez en los transportes y más seguridad para unos vehículos que, recordemos, deben llevar los paneles naranja de señalización de peligro reglamentarios conforme el Acuerdo sobre el transporte internacional de mercancías peligrosas por carretera (ADR).

«La situación estratégica de Burgos, su condición de encrucijada de caminos hace que sea ruta de todo tipo de mercancías peligrosas», explica el jefe de Tráfico.  

La provincia cuenta, además, con la particularidad de la carretera de Santander, la N-627, por la que pueden circular los transportes procedentes y con destino al complejo industrial del Páramo de Masa, donde se fabrican explosivos civiles y munición militar. Esta empresa cuenta con permisos especiales de transporte que, además, siempre son escoltados por la Guardia Civil.

Los itinerarios autorizados están sujetos a un calendario de restricciones de circulación durante las operaciones especiales de tráfico, fines de semana o eventos deportivos.... Quedan excluidos de las restricciones los vehículos que transporten carburantes para estaciones de servicio, gases licuados para uso doméstico en calefacciones o gases necesarios para el funcionamiento de los centros hospitalarios, entre otros.

«Nosotros, con el apoyo de la Guardia Civil de Tráfico, hacemos controles aleatorios, que se suelen centrar en la documentación y las autorizaciones que se exigen tanto a los conductores de estos vehículos como a los propios camiones y su mercancía», detalla Galán.

En caso de siniestro, insiste, las cargas más problemáticas son las de productos químicos y aquellas que por su fuga o deflagración pueden generar una nube tóxica, cuyo control es muy complejo. «Siempre hay riesgos, pero la normativa es muy estricta y amplia al respecto para minimizarlos y las empresas que operan con este tipo de mercancías son muy conscientes de las responsabilidades que tienen en el ámbito en el que se mueven. Por ello, vemos un alto grado de cumplimiento de las normas».

Ante un siniestro, simplifica el responsable de Tráfico, se activa sucesivas de un protocolo de actuación acorde la gravedad del mismo. «Siempre hay una evaluación preliminar y, si es necesario, se van activando sucesivos niveles que implica la activación de diferentes equipos y medios».