"Todo el mundo le tenía miedo, ¿a quién me iba a quejar?"

I.M.L.
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La mujer que fue retenida por un exmilitar búlgaro que había sido su pareja relató en el juicio los continuos malos tratos que sufrió y las tres jornadas de angustia que pasó cuando se la llevó al monte sin comida

El acusado, Kiril B.N., permaneció todo el juicio sin dejar aflorar sentimiento alguno, quizá porque su necesidad de intérprete le impedía entender lo que se decía en castellano. - Foto: Jonathan Tajes

Tras un biombo para no tener ni siquiera contacto visual con el hombre que la tuvo retenida en un coche durante tres días, Kiril B.N., de 53 años. Así declaró ayer Aksinia V.M., la mujer de 45 años que un amplio dispositivo de la Guardia Civil estuvo buscando en julio por el entorno de San Martín de Rubiales, localidad donde residía con el que había sido su pareja, y que ayer era juzgado en la Audiencia Provincial de Valladolid por maltrato habitual, lesiones, amenazas graves continuadas, coacciones, acoso y detención ilegal. Esta mujer relató ante la sala el calvario sufrido desde que llegó a España desde Bulgaria.

Ayudada por una intérprete, ante el escaso dominio del castellano que tiene, al igual que el acusado, la denunciante confirmó que la relación sentimental había empezado en el país de origen de ambos y que acabaron viviendo en San Martín de Rubiales. "Al llegar a España, desde el primer mes ya me pegaba", confesó la víctima, asegurando que "ni mira cómo y dónde me da, con los nervios no se controla". Una situación de miedo que llegó hasta el punto de no poder salir sola a la calle y que le impidió denunciar antes esta situación. "Todo el mundo tenía miedo de él, ¿a quién me iba a quejar?", se lamentó a preguntas del Ministerio Fiscal.

Las cosas empeoraron a principios de junio, cuando recibe una llamada desde Bulgaria. "Me cuentan una cosa muy fuerte sobre él y ya no podía vivir con él", reconoce la víctima, que pidió a su empleadora que la alojase porque "tenía mucho miedo". Aksinia no supo concretar los antecedentes de su expareja en su declaración, pero sobre él pesa una condena por violación y una eurorden de detención por un asesinato en Grecia.

Uno de los delitos a los que se enfrenta Kiril B.N. es el de coacción hacia su expareja y otras dos personas, su jefa y la pareja de ella, que acompañaron a Aksinia a la vivienda de San Martín de Rubiales a recoger sus pertenencias después de que ella abandonase a Kiril. En ese momento, tanto la Fiscalía como la acusación particular dan por probado que el acusado les encerró en la casa durante una hora para convencerla de que volviese con él. Cuando ella se negó, "antes de abrir la puerta para irnos dijo que iba a matar a mi hijo de dos años", recordó Aksinia.

TRES DÍAS SÓLO CON AGUA. La víctima tuvo que rememorar el momento en el que, cuando iba a trabajar en un coche con otras tres personas, Kiril cruzó su vehículo para impedirles continuar y, con ayuda de otro compatriota la sacó con tal violencia que le llegaron a quitar los pantalones. Fue en ese coche en el que la obligaron a entrar a la fuerza y en el que la tuvo retenida tres días. "Aparcó entre dos coches para que no pudiese abrir la puerta". "Me amenazó con cortarme la mano para enviársela a Sonia -su empleadora- para que vea que no iba a poder trabajar, y con hacer daño a mis hijos", explicó Aksinia, que relató que en todo ese tiempo Kiril sólo le dio agua.

La defensa del acusado intentó desmontar tanto el relato de los hechos, que hasta cinco testigos ayudaron a refrendar, como la imagen de hombre peligroso de Kiril, argumentando que su carácter celoso se agravó tras pasar más de un mes hospitalizado por coronavirus con una neumonía bilateral que le impidió trabajar, lo que le llevó a beber en exceso. "Quería estar con ella de una manera enfermiza y pierde el norte", resumió su letrado en las calificaciones finales, pidiendo la absolución del acusado.

El propio Kiril reconoció que el 6 de julio se llevó a Aksinia "por la fuerza" pero que ella quería ir con él, negando cualquier amenaza. "Me muero de amor por ella", confesó ante la sala, explicando que la relación se complicó cuando "unos compañeros me chivaron que se estaba acostando con otro compañero" mientras él estaba ingresado en el hospital.

En su declaración, algunas afirmaciones contrastan con los hechos, como que estuvieron esos tres días "en un campo con cuatro árboles" a 300 metros de San Martín de Rubiales "más o menos", pero el dispositivo de la Guardia Civil les localizó junto al cementerio de Corrales del Duero, en Valladolid. Sobre su intención al llevársela por la fuerza y retenerla, Kiril argumentó que fue sólo para hablar.

El juicio quedó visto para sentencia en una sola sesión, ya que los otros tres acusados por la Fiscalía se encuentran en paradero desconocido. El Ministerio Público se ratificó en su petición de 17 años y siete meses de cárcel, mientras que la acusación particular eleva la petición de pena hasta los 33 años por los mismos delitos.