«En las viñas, en cada estación haces algo diferente»

LETICIA NÚÑEZ
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Los oficios del vino (XXXIII) | Fernando Izquierdo es responsable de campo y señala que el viñedo requiere cuidados durante todo el año y de manera específica para cada parcela en función del suelo o la altitud

Fernando Izquierdo posa en una parcela de 22 hectáreas que Bodegas Balbás tiene en el páramo de Terradillos y que está situada a 940 metros de altitud. - Foto: Leticia Núñez

Fernando Izquierdo no es un tipo pretencioso. Pero lo cierto es que lleva la viticultura en la sangre. Lo ha mamado desde pequeño. Empezó a vendimiar con apenas ocho años y a podar cuando rondaba la adolescencia, con 15. 
No es de extrañar que el actual encargado de campo en Bodegas Balbás, con más de 200 años de historia en la localidad ribereña de La Horra, se conozca palmo a palmo cada una de sus 160 hectáreas, repartidas por este municipio, Olmedillo de Roa, Terradillos de Esgueva y Hoyales de Roa. E, incluso, aunque lo diga tímidamente, cada cepa. «Eso te lo da la experiencia», asegura. Experiencia que ha cosechado gracias a los conocimientos que le transmitieron su padre, su tío y el padre de su actual jefe. Todo ello complementado con años de estudios. La combinación de unos saberes y otros le permite evolucionar y mimar día a día las viñas. «Hay que ver lo que se hacía bien antes y lo que se hace bien ahora. Ni sólo una cosa ni sólo la otra», recalca. 

Porque el viñedo requiere de cuidados absolutamente durante todo el año. Se ocupa de la poda en seco en invierno y de la que se hace en verde en primavera, también del control de enfermedades, de aplicar los distintos tratamientos para estimular las reservas naturales de la planta o del desniete, es decir, de quitar los brotes secundarios que actúan como una competencia para la planta. Asimismo, se encarga de ir registrando toda una serie de datos, como cuando el racimo pasa del ciclo perdigón, a tamaño guisante y de ahí a cierre de racimo. Después,  los aforos que realizan les permiten contar el número de ramilletes. Una labor que Izquierdo y su equipo suelen desempeñar al inicio del envero. «Tomamos datos todos los años y así sabemos lo que pesa cada racimo en cada parcela», precisa.

De hecho, esta variedad respecto a los trabajos que marcan su día a día representa justamente lo que más le gusta a Izquierdo:«Lo bonito de las viñas es que nunca estás haciendo lo mismo». Cada estación conlleva una faena. De todas, eso sí, la que más apasiona a este responsable de campo es la poda. Porque, como remarca, resulta decisiva de cara a conseguir los tan valiosos viñedos de ochenta años. «Según cómo hagas la poda, te marcará el viñedo que vas a tener para toda la vida. De ahí la importancia de cuidar la viña», subraya al respecto.

Siempre, eso sí, con una atención personalizada a cada parcela, algo que varía en función del tipo de suelo, la orientación, altitud o edad de la planta. Pone como ejemplo una finca de 22 hectáreas que Balbás tiene en el páramo de Terradillos de Esgueva, a 940 metros de altitud. Sus suelos calizos, poco fértiles, con el viñedo en vaso se traducen en vinos «de mayor guarda» en los que con «la mezcla de las variedades merlot y tempranillo se busca volver a los vinos de toda la vida, suavizados, con mucho color». 

Llegados a este punto, Fernando Izquierdo advierte que el mayor problema al que se enfrenta en estos momentos buena parte del sector vitivinícola en la Ribera del Duero radica en la falta de profesionales cualificados y aunque ya hay escuelas de poda, considera fundamental que los encargados de campo «intentemos hacer un esfuerzo y formar a la gente que tenemos». 

De cara a la presente vendimia, vaticina que «puede ser otra gran cosecha si el tiempo nos respeta». A pesar de que el cambio climático ha adelantado la cosecha en los últimos años, en esta ocasión Izquierdo calcula que la semana ideal será entre el 4 y el 15 de octubre.