El 18 de mayo de 2001, el Burgos CF arrancó con victoria ante el Sabadell (3-1) la fase de ascenso a Segunda que culminó un mes después con el gol de Pendín y el equipo y la afición bañándose en la fuente de los Delfines. Recuerdo bien aquella tarde de viernes porque entrenábamos en la Corrala, aunque acabamos sentados en una esquina del Fondo Sur para disfrutar, junto a otros 7.000, del «mejor partido de la temporada», a juicio del entonces entrenador, Carlos Terrazas, según la crónica de este periódico al día siguiente.   

Aquella tarde, con goles de Iñaki, Cuyami y Cuéllar, el Burgos CF logró lo que se le había resistido los dos años anteriores contra el Melilla y el Granada, empezar el play off ganando, y además ilusionar a toda la ciudad con la posibilidad de volver al fútbol profesional. 10.000 aficionados acudieron el día del Ceuta y a rebosar estuvo El Plantío la tarde gloriosa ante el Ourense.

Hoy hay 700 en Don Benito y muchos más frente al televisor, el portátil, el móvil o la radio empujando desde la distancia a un equipo que durante toda la temporada ha dado más de cien motivos a su afición para ilusionarse y que ahora está a 90 minutos de seguir soñando.

Enfrente está el Calahorra, precisamente el último rival al que se enfrentó el Burgos CF antes de aquel play off que acabó en ascenso en 2001, precisamente el conjunto ante el que se estrenó en febrero del año pasado la dupla Mumo-Cerrajería, que junto al capitán Undabarrena sostiene a un bloque sólido atrás y con magia y gol arriba. Falta ‘poner el lazo’.