Vienen de Galicia, Ávila o Madrid, pero no importa el lugar, en el cámping de Sonorama Ribera se juntan personas de todos los rincones del país y comienzan su aventura unidos por el festival entre árboles y tiendas de campaña.
Desde las 12 del mediodía de ayer, jóvenes de todas partes se han asentado en el Parque General Gutiérrez, lugar en el que se ubica la zona de acampada para aquellos que no tienen suficiente con la música. Miles de mochilas cargadas a la espalda, maletas arrastradas, o algún que otro carro con una montaña de útiles se dejaron ver por la zona. No faltaron tampoco las prendas más típicas de estos días: camisas con estampados tropicales, gafas y sombreros de paja estaban a la orden del día.

Algunos esperaban desde fuera para transportar de poco en poco todo el cargamento con el que más tarde se pondrían manos a la obra dentro del cámping, a no ser que fuesen de esos privilegiados que se permitieron pasar estos días en las tiendas preparadas por el glampling. En esta zona habilitada por primera vez este año, se divide entre easy tent, deluxe doble, bell tent o emperor, cada cuál más acomodada y con  más lujos que la anterior. Además, para recibir a los huéspedes como se merecen, la organización les ofrece una botella de vino con su llegada.

«Optamos por el glampling porque somos mayores y nos ofrece lujos como una zona de duchas y servicios separados de los habituales», comentaban entre risas Saulo y Álvaro, dos chicos de 38 y 36 años que llegaron desde Ávila y al momento se disfrazaron de romano y Marilyn Monroe. Es su primera vez en el festival, y aunque lo que más les mueve es la fiesta reconocen que vienen porque a unos amigos les gusta la música.

(Más información sobre este tema y sobre la fiesta de anoche, además de un suplemento especial de 40 páginas con la historia, los protagonistas y el programa, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)