"La cultura en este país siempre ha tenido que reinventarse"

ALMUDENA SANZ
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El director de la Orquesta Sinfónica de Burgos pasa el confinamiento en su residencia de Valladolid, reconoce que la "prioridad" ahora es salir de la crisis sanitaria y cree que "no tendremos más conciertos esta temporada"

Iván Martín, director de la Orquesta Sinfónica de Burgos. - Foto: Francisco Socorro

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1978, la vida de Iván Martín va ligada al piano y a la batuta. Ha colaborado con orquestas de todo el mundo y la crisis por el coronavirus ha truncado su segunda temporada como director titular de la Sinfónica de Burgos.

Una videoconferencia con Alemania retrasa la entrevista unos minutos. Iván Martín tenía que estar en Berlín a primeros de mayo y hay que reprogramar su presencia. Le está pasando con varias citas en el país germano, Austria y España. Afortunadamente, observa, son actuaciones aplazadas, no canceladas. Bolos en suspenso igual que lo está el resto de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Burgos (OSBu). Se suspendió el encuentro familiar previsto para el 29 de marzo y, a tenor de los acontecimientos, los dos últimos conciertos de abono, el 3 y el 31 de mayo, también se suprimirán. «Es lo normal. Ahora mismo, la prioridad es salir de esta situación de emergencia sanitaria», remacha el batuta de la agrupación burgalesa, que pasa esta clausura en su residencia de Valladolid. 

¿Cómo está llevando el confinamiento?
Lo intento llevar como un tiempo de regalo para poder hacer mil cosas para las que normalmente no tengo tiempo, más lo que tengo que hacer. Mi vida en periodo de estudio no se diferencia mucho de lo que estoy viviendo. Me encierro y estudio siete, ocho horas diarias al piano, o dirección o los proyectos que tenga. Con la diferencia de que en otras circunstancias puedes salir a darte un paseo para airearte y ahora te tienes que conformar con el pasillo de casa y el balcón.

Las cuatro paredes no le asustan...
No, la vida de un pianista, o cualquier instrumentista, es bastante solitaria, inviertes mucho tiempo estudiando, perfeccionando e intentando alcanzar algo que nunca llega, conociendo el instrumento, aprendiendo a conocerse a uno mismo. 

¿Cómo lo afronta un director de orquesta cuando su razón de ser es estar al frente de un conjunto de músicos?
Un director de orquesta cuando se pone frente a una agrupación por muy pequeña o grande que sea más que un director es un coach. Ponerse frente a un colectivo, inspirarle y darle una serie de pautas sobre la que debe ser esa interpretación conlleva una preparación tremenda. Si uno va a dirigir Beethoven necesita saber absolutamente todo lo que rodea al compositor, de dónde viene lo que escribe, adónde va.... y entender mil aspectos que te dan una pequeña autoridad moral para poder transmitírselo a otros músicos y que elaboren su propia interpretación. Esto de la dirección al final es mentira todo. En el fondo, tú gestionas un colectivo, pero tú no tocas. La batuta, afortunada o desgraciadamente, no suena. 

¿Está en contacto con los músicos de la OSBu?
Sí, por supuesto, intentando animarles y deseando que esta situación acabe más pronto que tarde para continuar con el trabajo de hacer música. 

¿Se celebrarán los conciertos programados en mayo?
Está muy complicado. Aunque se acaben las medidas de confinamiento, no se volverá a la situación que teníamos antes de un día para otro. Conozco músicos que están en orquestas asiáticas y siguen prácticamente sin actividad porque quieren evitar dar pasos hacia atrás después del buen camino enfilado con el confinamiento. 

¿Dan por terminada la temporada?
Muy a mi pesar, creo que no tendremos más conciertos esta temporada. Tampoco es momento de plantearse nada porque las programaciones de todas las orquestas y todos los teatros están en suspenso hasta saber qué va a ocurrir los próximos meses y cómo se va a producir esa vuelta a la normalidad, que será muy relativa. 

¿El ciclo de cámara y solistas de junio también está en suspenso?
Somos una entidad bajo el ala del Instituto Municipal de Cultura por lo que tenemos que seguir las directrices del Ayuntamiento. Vivimos en un interrogante. Todo el mundo está así. Pasa lo mismo con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, por poner un ejemplo cercano. No hay directrices claras, el estado de alarma se alarga de quince en quince días y cada decisión dificulta más la vuelta a la programación cotidiana. Va a ser muy difícil. 

¿Qué consecuencias tiene este parón para la OSBu en particular y para la música clásica en general?
En lo que afecta a la relación de los músicos con la música, nosotros tenemos la enorme fortuna de hacer de nuestra profesión una forma de vida, eres músico 24 horas al día, es una vocación, y al final seguimos estudiando y ejercitándonos con ilusión. En este aspecto no significará que los músicos dejen el instrumento por no poder tocar en público. A partir de ahí, será complicado después de un parón tan grande y de una naturaleza que no hemos vivido antes, no tenemos referentes inmediatos de estas características, hay que remontarse a las pestes de primeros del siglo pasado. No sabemos cómo van a reaccionar las programaciones, las dotaciones económicas de las orquestas... La cultura siempre ha sido, desgraciadamente, la niña fea de los ministerios, quizá un periodo de aislamiento como este sirva para reflexionar que proporciona un bálsamo a la sociedad y es un medidor de la salud de esta. 

¿En qué sentido?
Al final, todo está resultando más llevadero por las aportaciones de la cultura, en forma de música, literatura, teatro, arte... Y no podemos olvidarnos de estos valores una vez abandonemos esta situación. En este sentido, a mí me consta que la Sinfónica de Burgos es una de las apuestas bandera del Ayuntamiento y me extrañaría que cambiara de estrategia. Al final, somos un dinamizador social, no solo cultural. Habrá que estar preparado para cambios, pero también es cierto que la cultura en nuestro país siempre ha estado en crisis y tiene que reinventarse constantemente, pero esperemos que no sea motivada por el abandono de las instituciones. 

¿Y por el abandono del público? Quizás el miedo y las restricciones hagan que dé un paso atrás. 
No si somos inteligentes para llevar un restablecimiento de la situación de una forma responsable y realmente madura, no podemos pasar de no tener aglomeraciones públicas a tenerlas de un día para otro. Todo va a demostrar la madurez de la sociedad y, por lo que se ha visto, la española lo es. Todos somos conscientes de que estamos ante un peligro nunca visto hasta ahora porque es un enemigo invisible, y tendremos que escuchar a los expertos. ¿Que volveremos a dar conciertos? No tengo ninguna duda porque es una necesidad. ¿Que esto será dos días después de que acabe el confinamiento? Lo dudo. Necesitaremos tiempo para acostumbrarnos a una situación completamente nueva que, repito, no volverá a ser la que teníamos antes. 

Las nuevas tecnologías están teniendo un papel protagonista en el acceso a la cultura. ¿Estas formas de consumo pueden cambiar la manera de acercarse a un concierto en un futuro?
Yo soy súper seguidor de las nuevas tecnologías en sus aplicaciones artísticas. Por primera vez estamos viviendo una utilización responsable y en vez de separarnos nos está uniendo. Realmente este es el mejor ejemplo de que la tecnología es una herramienta y no un fin, por lo que jamás podrá sustituir el disfrutar en directo de la música. Sin embargo, sí plantea otras maneras de consumir el arte y la cultura y todas son bienvenidas, pero no supone ninguna novedad respecto a iniciativas que ya se desarrollaban. Por ejemplo, la Filarmónica de Berlín ya emitía sus conciertos en streaming bajo suscripción. Aun así, es muy positivo que el público descubra otras maneras de comunicación cultural y se acerque a estas nuevas formas de consumo. Y, de alguna manera, abre los ojos a las instituciones para que se den cuenta de que la labor social de teatros, orquestas, auditorios..., de todo el tejido cultural, es notoria y necesaria. 

¿Qué bondades tiene la música clásica en estos momentos, aunque no sea en directo?
La música clásica es una necesidad de comunicación. No es un lenguaje en sí, yo tocando el piano no te puedo decir que estoy triste o me duele el estómago, pero sí te puedo trasmitir como me siento. Es un metalenguaje. La tecnología permite que el público se acerque más a estos códigos de la música, no hablo de códigos muy elaborados, sino de los que la gente tiene dentro y simplemente con ser permeable a lo que escucha se perciben. Y ahora nos damos cuenta de la importancia de la comunicación porque una parte de ella, la gestual y la física, nos la ha quitado esta situación.