Tener pueblo

MARTÍN G. BARBADILLO
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HEMEROTECA | "¿Todo el mundo tiene pueblo? La vida es injusta y hay gente que no, pero en esta ciudad la mayoría puede decir 'me voy a mi pueblo', cualquiera de los 1.335 de la provincia (...)"

Panorámica de un pueblo de la provincia de Burgos. - Foto: Patricia

¿Qué es? Haber nacido o, en las generaciones más jóvenes, tener origen familiar en el medio rural, conservar casa en ese pueblo y visitarlo con frecuencia.

Edad. Tener pueblo y no vivir en él más que en verano es una consecuencia de la emigración masiva a las ciudades desde mediados del siglo pasado, lo que Sergio del Molino llama en su bestial La España vacía "El Gran Trauma".

¿Todo el mundo tiene uno? La vida es injusta y hay gente que no, pero en esta ciudad la mayoría puede decir "me voy a mi pueblo", cualquiera de los 1.335 de la provincia. Los datos históricos lo explican: en 1950 está provincia tenía unos 400.000 habitantes y España apenas 28 millones. De haberse mantenido esa proporción con la población actual del país, la provincia tendría unos 700.000 pobladores. Además, hay que decir que en esa época la ciudad de Burgos contaba solo con 74.000 vecinos. Hoy el mundo rural está hecho un erial, así que a algún sitio ha tenido que ir a parar toda esa gente y sus descendientes.

¿Y dónde han ido? A la ciudad; "la capital", según el argot de los pueblos. Burgos, "la capital", pasó de esos 74.000 vecinos en 1950 a más de 150.000 en 1980. Ahí los tienes. Y muchos más emigraron, principalmente, al País Vasco y Cataluña.

¿Y regresan? Como un clavo. La famosa España Vacía es, en realidad, un resort de vacaciones sometido a la estacionalidad propia del sector turístico. En verano, por un periodo corto de tiempo, se pone hasta arriba. Pero con orden, cada uno va a su pueblo. Muchos han conservado y arreglado la casa familiar y otros se han construido otras nuevas entre las que hay de todo: del exquisito respeto a la arquitectura popular a las construcciones que no incluían el gusto en el presupuesto.

¿Y el resto del año? El drama ya conocido: estamos viendo con nuestros propios ojos, y a cámara rápida, la desaparición de una forma de vida, sin remedio. Aunque, como el Imserso en la costa, hay algunos viajeros que rompen con el monocultivo veraniego y pasan temporadas más largas en el pueblo. Es un clásico, entre jubilados por supuesto, establecerse en el pueblo de Semana Santa a los Santos. En los pueblos aún se usa el santoral para marcar las fechas.

¿Y qué se puede hacer en el pueblo? Menuda pregunta. Es un no parar. Hay actividades 24 horas al día para todas las edades. Si eres un niño, gozas de una libertad de movimientos inimaginable casi desde que puedes andar, y sin preguntas. Si atraviesas tu juventud, es probable que tengas cuadrilla, te levantes a las doce, no pises por casa y recorras la comarca de verbena en verbena. Si estás en la edad adulta, puedes disfrutar de la calma, la naturaleza, el deporte, los paseos y las comidas y cenas familiares o de amigos sin fin. Y si eres ya maduro, tal vez pongas tu tiempo en una huerta o un jardín, partidas de cartas a la puerta de las casas, tomar la fresca y charlar con los vecinos, o la satisfacción de juntar a tu descendencia unos días. Todo con un código de vestimenta poco exigente, lo que es de agradecer.

Está bien, pero todo eso se puede hacer en otras partes. ¿Por qué es diferente en un pueblo? No es en un pueblo, es en tu pueblo. Sergio del Molino explica en La España Vacía que, de alguna manera, la forma de vida rural sigue viva en las casas de la ciudad de los habitantes que la abandonaron. Tal vez haya algo de nostalgia, incluso de los que no nacieron allí. No es una idealización de lo rural, nadie quiere volver a arar con dos bueyes en las condiciones que lo hacía mi abuelo, pero sí la reivindicación de un sentimiento de pertenencia a un grupo. De hecho, este periódico lleva años organizando un concurso llamado "Mi pueblo es el mejor", en el que participan decenas de pueblos y miles de personas. Y está bien, porque tradicionalmente ser de pueblo ha estado estigmatizado, por los que no lo eran y manejaban el cotarro.

Y los que no tienen pueblo, ¿qué hacen? Lo ignoro. Tal vez se hacinen en las playas de Murcia o visiten Praga sin parar de julio a septiembre. Lo que es seguro es que en Burgos, en "la capital", no se quedan todo el verano. El puente de agosto, fiestas en cientos de pueblos, podría uno pasear desnudo por el Espolón y no habría nadie para afearle el gesto (o para jalearle).

¿Tú tienes pueblo? Claro, y, por su supuesto, el mío es el mejor.
Y si yo no tengo, ¿hay alguna manera de hacerme de uno? Básicamente, la única forma es por matrimonio, o similar, formando pareja con alguien de uno. Irás, te tratarán bien, serás uno más, tal vez pases buenos veranos durante décadas, pero siempre será el pueblo de tu pareja, no te hagas líos. Es a lo más que puedes aspirar, y no está mal.

¡Qué le vamos a hacer! 

Si quiero parecer integrado... Habla de tu pueblo en cuanto tengas ocasión, asegurando que, sin duda, es el mejor.

Nunca, nunca, nunca... Olvides que si todo se tuerce, siempre se puede volver al pueblo.