Obras y turismo suenan en el silencio de la Cartuja

I.L.H.
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La reparación del tejado del claustrillo -en la zona de clausura- y las humedades de la iglesia ponen en pausa la paz del monasterio. Los visitantes, que poco a poco vuelven al cenobio, aportan el bullicio de un verano casi normal

Obras y turismo suenan en el silencio de la Cartuja - Foto: Jesús J. Matías

El ruido de las obras ha acallado el sonido de la naturaleza y la quietud que acostumbran a escuchar los cartujos. Sus paseos en silencio y recogimiento por el claustrillo que hay pegado a la iglesia, la zona de clausura donde los monjes hacen la poca vida comunitaria que practican acudiendo al refectorio, el capítulo de culpas o las capillas, van a verse interrumpidos durante los próximos dos meses, el tiempo que durará la intervención en el tejado. Junto a ese bullicio de andamios, movimientos de tejas, maquinaria y trabajadores se ha instalado otro sonido propio del verano: el de los turistas que ha recuperado el monumento. Ambos son bienvenidos por lo que aportan y significan: el primero al tratarse de una obra que busca arreglar las goteras del cenobio y el segundo porque quiere decir que el patrimonio cultural sigue despertando interés a pesar de la pandemia. 

Las obras en esta zona de recreo consisten en la sustitución de la cobertura del tejado. «Se renueva entera y se hace ventilada porque le viene mejor al soporte. La teja no va a estar apoyada sobre el soporte, sino sobre rastreles para que pueda circular el aire. Se quitan todas, se recuperan las viejas para utilizarlas de tapa y las nuevas se colocan en los canales», explican desde Cabero Edificaciones S.A., la empresa adjudicataria de las obras. De esta manera «estéticamente no desdice porque la teja vieja es la que está arriba, pero su función está a estrenar, ya que es el trabajo que hará la nueva», añaden.

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