La reurbanización e impermeabilización de la plaza de Santiago, que se estrenó con filtraciones en septiembre del pasado año a pesar del polémico asfaltado, tiene guasa. Al paso que va la burra pelona, este espacio urbano lleva camino de convertirse en un nuevo monumento a la ineptitud política y técnica municipal sostenida en el tiempo por esta y anteriores corporaciones. 

En este viacrucis vecinal en el barrio de Gamonal llueve sobre mojado y nunca mejor dicho porque algunas humedades y goteras en los garajes subterráneos siguen ahí, años después, cronificadas para desesperación de usuarios y demostración palpable de una alarmante incuria consistorial. 

Chapuceo tras chapuceo, prórrogas a porrillo para su ejecución y una pasta gansa gastada en obras, asfaltados y soluciones que no lo han sido han marcado este proyecto aún inacabado décadas después. 

El bipartito reinante en el 1 de la Plaza Mayor debería primero asumir de verdad responsabilidades en la parte que le toca y luego explicar, con claridad y sin echar balones fuera ni culpar al empedrado, cómo demonios se ha vuelto a llegar a este estado de cosas y cómo se va a salir del embrollo porque los vecinos, cabreados y con toda la razón, están dispuestos a regresar de nuevo a los tribunales para defender sus derechos. En fin, peor no se puede hacer.

Alguien, señor alcalde, debería poner un poco de orden y diligencia en este asunto que, si no recuerdo mal, le sirvió de munición electoral cuando estaba en la oposición y le rentó sus votos. De una vez por todas el Ayuntamiento burgalés debe evitar con una actuación adecuada el deterioro constante y sonante de una plaza y unos garajes subterráneos y, de paso, dejar de tomar el pelo al vecindario.