Cien años de la revolución en diabetes

GADEA G. UBIERNA
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La Asociación de Diabéticos celebra el centenario del descubrimiento de la insulina con una exposición que evidencia hasta qué punto la investigación redunda en calidad de vida

La presidenta de ASDIBUR, Cristina Llorente, muestra algunos de los materiales exhibidos en la muestra. - Foto: Jesús J. Matías

El día a día de una persona con diabetes transcurre entre mediciones de glucosa en sangre, decenas de decisiones acerca de la ingesta de comida y la actividad física que puede o debe hacer y, por supuesto, la administración de insulina. Sin el aporte externo de una dosis variable de esta hormona imprescindible para la vida, la diabetes sería una condena a muerte para las personas diagnosticadas. De ahí que la Asociación Diabéticos de Burgos (ASDIBUR) esté celebrando con una exposición única en España el centenario del descubrimiento de la insulina, en el verano de 1921. «Fue la diferencia entre morir y vivir», explica la presidenta de la asociación, Cristina Llorente, destacando que «qué mejor manera de concienciar sobre la diabetes que esta exposición, en la que solo con mirar se aprecia la importancia que tiene la inversión en ciencia en la calidad de vida de las personas».

El porqué de estas palabras se explica en el recorrido a lo largo de los paneles en los que varios integrantes de la asociación han trabajado durante meses para explicar en qué consiste la diabetes y qué supone tener exceso de azúcar en sangre como consecuencia de un déficit en la producción de insulina o en la secreción de insulina por parte del páncreas. Pero, sobre todo, el entusiasmo de Llorente se comprende mirando las vitrinas en las que se muestra cómo ha evolucionado el tratamiento desde 1921 hasta ahora: las insulinas, los dispositivos de administración y los sistemas de medición. «Las primeras insulinas se obtenían de extractos pancreáticos de perros y bovinos; luego, ya, se consiguió la primera insulina humana artificial, que también fue un antes y un después», dice Llorente, mostrando el detalle de los materiales, que en parte conservaba la asociación y en parte han donado particulares.

Muchos de ellos, de hecho, los ha aportado el exjefe de Endocrinología en el HUBU, Enrique Ruiz, quien llevaba años queriendo montar algo semejante. «Yo he visto a la gente afilar las agujas con una lupa y una caja de cerillas», apunta Ruiz, riéndose y añadiendo que, incluso para sanitarios familiarizados con la diabetes, es difícil creer cómo se ha podido evolucionar tanto en tan poco tiempo. «Cuando yo empecé solo teníamos insulinas extractadas de páncreas de cerdo, trabajábamos con dos fármacos y ahora hay media docena de familias de fármacos. No tiene nada que ver», dice.

Llorente muestra, por ejemplo, el primer medidor continuo que se puso en Burgos, en 1996, y que «funcionaba haciendo una especie de microdiálisis, durante 48 horas y solo en el hospital». Ahora ya hay sistemas integrados, con un medidor continuo vinculado a una bomba de insulina que, en función del nivel de glucosa en sangre, «suelta más o menos insulina». Este dispositivo, de lo último que hay en el mercado, ya lo financia Sacyl, pero solo para algunos pacientes con diabetes tipo 1 (autoinmune, generalmente diagnosticada en gente joven y mucho menos frecuente que la tipo 2, vinculada a hábitos de vida, entre otros factores). «Mi hija ya lleva este sistema integrado y puedo decir que te cambia la vida. Nosotros hemos vuelto a dormir, ella está mucho más controlada y en el futuro va a tener menos complicaciones», afirma Llorente.

La exposición se completa con un apartado audiovisual con la experiencia de Enrique Ruiz y otro sobre educación. «Siempre se dice que hay tres pilares en la diabetes: alimentación, ejercicio e insulina. Pero hay un cuarto, que es la educación en diabetes y que es fundamental para concienciar y vivir mejor», añade Llorente, subrayando que se estima que casi la mitad de las personas diabéticas están sin diagnosticar. En Burgos hay unos 40.000 diabéticos.

La muestra puede verse desde hoy y hasta el 2 de octubre en la sala de exposiciones del Teatro Principal y entre el 4 y el 22 de octubre, en la del Círculo solidario de la Fundación Cajacírculo.