Una denuncia en carga y descarga desencadenó la persecución

J.V.
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El conductor golpeó a otro vehículo al intentar marcharse y obligó a un policía local a apartarse para evitar ser atropellado en la calle San Agustín

Una denuncia en carga y descarga desencadenó la persecución - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Ni estaba dormido, ni se le había averiado el coche. La persecución por las calles del centro de Miranda que se produjo el jueves a mediodía se desencadenó por una denuncia por estacionar indebidamente en la zona de carga y descarga de la calle San Agustín, según ha confirmado el Ayuntamiento.

Una patrulla del turno de mañana acudió tras un aviso ciudadano, a las 11.50 horas. Mientras procedían a rellenar el boletín de denuncia, aparecio el dueño del vehículo y, tras ser informado del motivo por el que iba a ser sancionado, empezó a insultar a los funcionarios. Estos le pidieron que se identificara y en vez de calmarse y facilitar los datos de filiación, se metió en el coche y arrancó. Al iniciar la marcha para abandonar la zona de carga y descarga realizó una brusca maniobra y golpeó a otro vehículo que estaba allí estacionado, momento en el que el agente tuvo que apartarse para evitar ser atropellado.

De inmediato, pidió refuerzos a sus compañeros mientras iba hacia el vehículo en fuga, que se encontraba a la altura del semáforo que regula el cruce con la calle Estación, y volvía a pedir al sujeto que se identificara.

Mientras, llegó otra dotación policial, que colocó el coche en la trayectoria del vehículo sospechoso. Aunque trataron de hacerle entrar en razón, él mostró de inicio una actitud hostil pero "tras innumerables intentos", se avino a aparcar en un lugar próximo. O eso creían los agentes, que al facilitarle maniobra, se encontraron con que emprendía la huida otra vez para posteriormente detenerse en la zona peatonal de la calle Estación.

Y vuelta a empezar. Fue requerido de nuevo para que depusiese su actitud y abandonase el coche o al menos bajase la ventanilla para poder dialogar pero él emprendió de nuevo la huida hacia la calle Ronda de Ferrocarril. Esta vez sí, fue la última, porque varias patrullas lograron bloquearle a la altura del número 20-22.

Una vez estacionado a la altura del número 26, accedió a abrir la puerta del vehículo. Pero no a bajarse. Todo lo contrario. Al informarle de los motivos de su detención, saltó a la parte trasera del vehículo, donde los funcionarios observaron que había un perro.

Poco después, accedió a abandonar el coche por la puerta trasera, "sin dejar de soltar al perro", momento en el que se procedió a su detención.