La prueba antes de la realidad

JUNIOR VIEIRA
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El Instituto Técnico de Miranda celebra su Semana de la Cultura Empresarial 2022. Un «hito en el curso» donde los propios alumnos presentan sus proyectos con vistas a un futuro laboral que perciben cada vez más cercano

Decenas de alumnos del ITM atendieron las exposiciones de los proyectos a lo largo de la jornada. - Foto: J.V.

El mercado laboral siempre se atisba como una cuestión que queda muy lejana en la cabeza de muchos estudiantes. Sin embargo, los años pasan, la incertidumbre crece y ese futuro cada vez se convierte más en el presente. Con vistas a aclarar dudas y preparar a los alumnos, el ITM (Instituto Técnico de Miranda) ha organizado su Semana de la Cultura Empresarial 2022. No solo profesionales de diversos sectores vienen a dar respuesta a sus preguntas, sino que son ellos mismos quienes a través del Concurso Enterprise dan vida a proyectos empresariales donde es esencial «el trabajo en equipo». 

Alrededor de 70 estudiantes abarrotaban el salón de actos del ITM para ver cómo sus propios compañeros presentaban unos proyectos en los que llevan trabajando desde principio de curso. «Ha ido bastante bien, dentro de los nervios normales que pueda haber en un evento en directo», explica Miguel Lopetegui, profesor del instituto y organizador de las jornadas. Ante la atenta mirada de Eduardo Araguzo, presidente de FAE Miranda; Silvia Boutefeu, dueña de los talleres que llevan su apellido, e Iván Escribano, director de producción de Gasori, los grupos mostraban «la consecución de un trabajo de hace meses», aclara Lopetegui. 

Los alumnos de segundo curso del grado superior tienen marcado en rojo esta semana en su calendario. «Dentro del año escolar trabajamos en torno a esta actividad para llegar a los proyectos, las ponencias y la organización», cuenta Lopetegui, quien define las jornadas como «un hito». No obstante, el organizador lamenta que no sabe si «al final se llega a reflejar en las exposiciones todo el trabajo y las horas durante el año». 

El ITM ofrece desde grados de Mecatrónica hasta Hostelería o Comercio Internacional. Ramas laborales que, aunque a primera vista parezcan lejanas, durante estas jornadas se acercan para alumbrar diferentes proyectos. «Necesitamos un poco de todos para poder hacerlo», cuenta Julieta Rivero, estudiante de Comercio Internacional e integrante del proyecto BRARM. Su grupo se ha encargado de construir «un brazo mecanizado extensible para poder coger objetos a diferentes alturas», añade Víctor García, alumno de Producción en Fabricación Mecánica. Una idea donde también se ha integrado «la contabilidad de la empresa», cuenta Ione López, estudiante de Administración y Finanzas.

Esta colaboración entre grados superiores también está muy presente en el proyecto KVIART, donde se ofrece «una experiencia gastronómica que te evoca un destino», explica Rudy Fernández, alumno de Comercio Internacional. Igualmente en el denominado Ebrodomo, donde tanto alumnos de Mecatrónica, Comercio y Finanzas han creado «un mecanismo que permite controlar el agua o las luces de un edificio mediante una pantalla», explica Roberto Salazar, uno de sus integrantes. 

Cementadoras automáticas, armarios mecanizados u objetos para facilitar cargas y descargas protagonizan otras de las ideas presentadas por los alumnos. Al final, todos los estudiantes coinciden en lo importante de la organización, aunque «al principio costara un poco», admiten algunos. 

En cualquier caso, mereció la pena porque las presentaciones sí convencieron al jurado. Se ha tratado de «un trabajo muy bien ejecutado», afirma Silvia Boutefeu. Un pensamiento que comparte Eduardo Araguzo, quien alaba «la formación dedicada a la empresa que se imparte en el ITM». El presidente de FAE considera que estos proyectos son «el presente» y muchos incluso «han tenido un nivel muy importante», remarca.