Los empresarios de hoteles no podían imaginar que después unos meses de mayo y junio especialmente favorables en afluencia de visitantes, uniéndose al viajero habitual el de empresa y la llegada masiva de peregrinos del Camino de Santiago, sus previsiones para el arranque de la campaña estival se vieran frustradas. El principal motivo al que apuntan radica en las sucesivas olas de calor que se están viviendo, que han producido un aluvión de cancelaciones y reducido la previsión de ocupación.
Esta ha pasado en julio del 80% inicialmente estimado a una media del 65%, según explica el presidente de la Asociación de Alojamientos Turísticos de Burgos, Luis Mata, quien además de subrayar la repercusión de la meteorología, hace referencia a que «cada vez se nota más el impacto de la subida generalizada de los precios en los bolsillos de los ciudadanos». A estas razones suma, aunque de forma más residual, el impacto del repunte de los contagios por la covid.
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