Míchel Zabaco y Gonzalo de la Fuente repasaban ayer en las páginas de Diario de Burgos sus trayectorias deportivas. Ambos futbolistas burgaleses compitieron hace unos años en el fútbol profesional y esta temporada tenían al alcance volver a dar el salto a la Segunda División con sus respectivos equipos, el Logroñés y el Ibiza. Pero un virus, el mismo que nos mantiene confinados en casa desde hace ya casi un mes, ha interrumpido su objetivo.

Ni uno ni otro llegaron nunca a Primera, donde hoy solo juega un burgalés, de Miranda de Ebro: Sergio Herrera Pirón, guardameta de Osasuna. Una grave lesión de rodilla en mayo de 2018 y el buen rendimiento bajo palos de su compañero (Rubén Martínez) postergaron el debut en la máxima categoría de este portero mirandés, que tras su estreno en el Coliseum ante el Getafe el pasado noviembre se había ganado un hueco en el ‘once’ de Jagoba Arrasate hasta que esa maldita enfermedad que tantas vidas se ha cobrado ya paró el país (y también la Liga).  

Sergio Herrera fue protagonista hace casi ocho años de un amplio reportaje en este periódico que titulé ‘Juventud y talento con sello burgalés’. Junto al entonces portero del Alavés B estaban Raúl Rodrigo (Sporting), Samuel Pérez, Diego Abad y Ruba (Valladolid) y Diego Rico (Zaragoza).

Hoy, tan solo Herrera y Rico -al que la pandemia le ha devuelto a su casa de Burgos unas semanas hasta que se reanude, si es que lo hace, la Premier League, donde juega con el Bournemouth- se han hecho un hueco en el fútbol profesional. Abad y Ruba, por su parte, peleaban por afianzar a la Arandina en puestos de play off de ascenso a Segunda B hasta que la competición se interrumpió.  

No hace tanto, poco más de dos años, que dos burgaleses se enfrentaron en Primera en un Leganés-Villarreal: Diego Rico y Mario González (hoy en el Clermont Foot, de la Ligue 2 francesa). Herrera, Rico, González... Son contadas excepciones. ¿Por qué?