"Creo firmemente en el español como industria"

H. JIMÉNEZ
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ENTREVISTA | Raúl Urbina es profesor de Lingüística y Lengua de la UBU y anteriormente fue director de los Cursos de Extensión Universitaria y de los Cursos de Verano, además de secretario del Departamento de Filología de la institución académica

Raúl Urbina, director del Centro Internacional del Español de la UBU. - Foto: Luis L. Araico

Burgalés de 1966, concienzudo deportista, usuario inquieto de las redes sociales, de vocación viajera y veterano bloguero, tiene el reto de explorar las inmensas posibilidades de nuestro idioma desde la dirección del Centro Internacional del Español.

¿Español o castellano?

En la labor de internacionalización de la UBU hablamos de español. Es la docencia del idioma para estudiantes extranjeros y es la denominación que usamos. Yo utilizo los dos términos indistintamente. No soy purista. Hay razones para llamarlo castellano o español. y si hay alguien que prefiere uno u otra yo desde luego no me pegaré por una palabra.

¿Qué balance presenta el Centro Internacional del Español?

Somos 17 profesores, un grupo bastante amplio. Estamos en el tercer año del máster en enseñanza del español como lengua extranjera, se han llenado todos y hemos tenido más de 250 solicitudes para 30 plazas. Nuestra voluntad es que Burgos se convierta en una ciudad universitaria del español, no "la" ciudad, pero sí una de referencia. Burgos y la UBU acogen a muchos estudiantes extranjeros, y en tiempos de prepandemia venían cerca de 400 estudiantes todos los años. Ahora esta cifra se ha reducido, pero hemos recibido estudiantes de Michigan, también a Erasmus que acuden a clases de español 15 días antes de comenzar los semestres, y somos también centro evaluador del Instituto Cervantes y cerca de 500 personas pasaron por exámenes del DELE (títulos oficiales acreditativos del grado de competencia y dominio del idioma español), o para las personas que necesitan la nacionalidad española, y también la prueba de conocimientos constitucionales y socioculturales por la que también pasaron otras 500 personas el año pasado. Tenemos una serie de proyectos de cursos de español para profesores, que es una cosa nueva que vamos a poner en marcha, y también cursos regulares, intensivos, a la carta, online… Estamos creciendo exponencialmente y trabajamos junto con el Ayuntamiento a través de Promueve y la Junta de Castilla y León para formar profesores aquí en Burgos.

¿Qué puede suponer esto último?

Desde hace año y medio estamos colaborando con la Junta y con las embajadas para formar profesores que, en este caso, se han canalizado online por culpa de o gracias a la pandemia. Hemos tenido alumnos de Canadá, Estados Unidos, Brasil, Rusia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo o Portugal. Y hemos empezado a realizar acciones presenciales en Italia y en varias ciudades del Reino Unido en las que vamos a continuar expandiendo el español. A partir de abril queremos ir a otros sitios como países nórdicos. Además, este año prevemos que vengan 200 profesores europeos a hacer un curso monográfico de una semana en julio. Eso también conlleva un atractivo turístico, porque se alojarán e irán a restaurantes aquí, y luego podrán traer a su grupo de estudiantes. Esa es la ambición con la que acepté ser el director del Centro Internacional, queremos situar a Burgos en el mapa como ciudad universitaria del español porque creo que tenemos todos los requisitos para ser un destino magnífico.

¿El ámbito del profesorado está menos explotado que la de los alumnos, en la que ciudades como Salamanca nos llevan tantos años de ventaja?

Sí. Era una línea que no habíamos explotado, y además creo que recurre en la otra. Los cursos permiten incorporar posteriormente programas en los que vengan los estudiantes. Una cosa debe llevar a la otra cuando se establecen contactos, aunque hay que tener paciencia y cierto orden para no crecer demasiado sin sentido.

¿Castellano o español? No soy purista. Hay razones para ambas y yo no me pegaré por una palabra"

¿Cree en el español como industria?

Firmemente. Ha mencionado usted Salamanca y es el lugar de referencia, pero hay otros que han sabido mover muy bien todos los hilos. Y Burgos tiene potencial, el Ayuntamiento tiene un interés especial y es un objetivo rectoral.

¿Es el idioma nuestro mejor producto de exportación?

Dentro de todas las fortalezas que tiene España, Castilla y León o Burgos, el español es una grandísima fortaleza que tenemos que aprovechar. A mí, que soy académico, no me gusta mucho introducir la cuestión económica de forma directa, porque creo que las lenguas tienen interés de por sí, como un elemento cultural, de divulgación y entendimiento entre culturas. Pero hay que tener en cuenta que la construcción que se hace en torno al español como elemento del que se pueden desprender consecuencias turísticas, económicas o de inversión es evidente. Y el español está creciendo significativamente en este ámbito.

¿Y España debe ser la punta de lanza o hay que asumir que otros países hispanohablantes tienen más población y por tanto ceder el testigo?

Soy defensor desde todos los ángulos de que el español es de todos los países hispanohablantes, así que no diría tanto ceder el testigo sino convivir, porque todos tienen su lugar en la enseñanza del español. En el caso obvio de Estados Unidos, mucha formación se produce con profesores latinoamericanos. Pero sin que yo lo defienda, es una cosa curiosa que cuando escuchan nuestro modo de hablar les gusta mucho porque lo asignan, aunque insisto en que yo no soy defensor, al origen o a lo más puro. Y eso también se puede explotar. En Castilla y León tenemos esa ventaja.

Estados Unidos es ejemplo paradigmático de introducción del español en una sociedad angloparlante. Presenta evidentes fortalezas, pero ¿se corre el riesgo de que se asimile a un estrato de la población económicamente más bajo?

Es una pregunta que tiene muchas derivaciones pero voy a intentar resumir: la potencia es tremenda, porque hoy en día en Nueva York se escucha hablar de forma natural en español en el metro o por las calles, es una ciudad prácticamente bilingüe. Y es un elemento tan importante que los políticos se han visto con la necesidad de introducir el español en sus asesores o en cargos de procedencia hispana que ya ocupan lugares importantes de la administración. No por una cuota, sino por una estrategia, puesto que su electorado necesita tener retroalimentación en español. Sin embargo, también hay generaciones de hispanos que quieren introducir a sus hijos muy directamente en la cultura estadounidense y no han potenciado la llamada "lengua de herencia", a los que ahora hay que introducir la enseñanza del español para intentar recuperar esas raíces.

Decir 'veroño' o 'fofisano' me parece fantástico. Cuando a alguien le molesta la forma de hablar de los jóvenes es que ya es muy viejo"

¿Le dan miedo los anglicismos o los tiene usted asumidos?

No me dan ningún miedo. Lo que sí me molesta es que los medios de comunicación empleen anglicismos cuando ellos deberían hacer una labor educativa en ese sentido. Porque los emplean de forma innecesaria. Pero la incorporación espontánea ha ocurrido toda la vida, en todos los momentos de la historia, de voces de origen extranjero. Bien por moda, porque denominaban algo nuevo.

¿No le agrede entonces el que dice "me da buen feeling" o "tengo una call"?

Una lengua se desenvuelve en torno a préstamos, a utilizar una cosa u otra, y no soy nada purista en ese sentido. Las lenguas se asimilan, acogen otros términos. A veces son simples modas, extravagancias que definen a unos u otros grupos de población. Ha ocurrido siempre y la lengua no se ha desmoronado nunca. Y si lo hace, se construye otra nueva.

¿Qué opina sobre el efecto de las redes sociales y su particular forma de expresarse en ellas por escrito?

Es otra manifestación y me parece fantástico. Lo único que me preocuparía sería si esto se traslada luego a otro tipo de escritos. Se han hecho estudios sobre el lenguaje en las redes o en internet y se habla por ejemplo de que utilizar el punto en el Whatsapp es muy tajante, así que se emplea otro código. Y eso hay que asimilarlo como tal. Yo soy el coordinador de las pruebas de acceso a la Universidad de Lengua Española en la UBU y sigo viendo exámenes que están perfectamente redactados. Noto una cierta disonancia en torno a mayúsculas y minúsculas, cierto empobrecimiento, pero la expresión en general es buena y no hay demasiado problema.

¿Los jóvenes hablan mejor, peor o simplemente distinto a los mayores? Pensemos en esas coletillas de "en plan", "literal" o similares…

El otro día precisamente intervine en un programa de radio para hablar de la 'putivuelta', del 'holi', el 'amigui'.... Y me parecen una manifestación de algo que se ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Nosotros también teníamos nuestras maneras de expresarnos en el lenguaje juvenil o adolescente. Siempre es un código con particularidades. Como el 'terraceo', el 'cerveceo', el 'juernes', el 'veroño' o el 'fofisano'. Me parecen fantásticas. Cuando a alguien le molesta la forma de hablar de unos jóvenes es que ya es muy viejo. Y yo me niego a convertirme en eso. Son una muestra de que el lenguaje está vivo.

Se escribe más que nunca, pero la digitalización está provocando que usemos frases y párrafos más cortos"

Nunca se ha leído ni escrito tanto como actualmente hacemos todos con los móviles. ¿Qué efecto tiene esto en la expresión? ¿Se está empobreciendo o enriqueciendo el uso del lenguaje?

Hay recientes estudios científicos en torno al reconocimiento de palabras del español que indican que sigue siendo muy elevado. El momento en el que un español es capaz de reconocer más palabras está en torno a los 45 años, y es obvio que alguien de menos edad adquirirá menos esa competencia. Efectivamente ahora se escribe más, salvo los pesados que mandan audios de whatsapp, pero el resto escribe más. Algunos de los que añoran lo bien que se hablaba o se escribía antes, luego resulta que no hacen más que cometer errores escribiendo. Pero sí hay una constatación: tendemos a hacer frases y párrafos más cortos, algo también condicionado por los medios digitales. Consiste en ajustarse a modos de transmisión diferentes.

Los robots premian los contenidos breves. Google quiere frases cortas y que le repitas mil veces la misma idea para posicionarte bien.

Así es. Es muy complicado luchar contra Google, pero yo como escritor de blog intento ignorarlo, me resisto a seguir los parámetros que entren dentro de un empobrecimiento simplemente con tal de posicionarte. Pero es un hecho, también en el ámbito del periodismo que llega a utilizar titulares tramposos como anzuelos. Creo que es estupendo que se mantengan formas elegantes de comunicación utilizando las grandes ventajas que teníamos antes en la reflexión sobre la lengua, el placer por lo bien escrito, intentar no rebajar la calidad.

¿Es posible imaginar cómo será nuestro idioma dentro de 100 años en un mundo hipercomunicado y básicamente audiovisual?

No soy capaz ni de imaginarlo de aquí a 20. Pero, por ejemplo, supongo que los reconocedores de voz serán muy potentes para los dictados. Ahí es probable que en el lenguaje escrito aparezcan muchos registros de la lengua oral y también probablemente otra de las cosas que podemos aventurar es que mejorarán los traductores automáticos a otros idiomas. Más allá de eso, sería aventurar muchísimo.

Ante el previsible crecimiento de China, igual que nosotros utilizamos anglicismos, ¿cree que nuestros nietos emplearán palabras procedentes de ese país?

Cuando lleguen otros serán los que impongan el idioma. La potencia dominante suele imponer su lengua, aunque es importante que culturalmente sean ricas. Roma se impuso a Grecia, pero esta dejó su poso lingüístico. Francia dejó la suya, Italia en su momento, y todo eso enriquece las lenguas. Y cuando haya otra civilización predominante impondrá otros usos.