Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


El nombre de espacios públicos

22/03/2023

Si nombrar es recordar, fue hermoso el recuerdo, el homenaje, que el Ayuntamiento dedicó a la escritora Mª Teresa León, tan vinculada a nuestra ciudad durante parte de su juventud, en el momento de abrirse una nueva Biblioteca Municipal, hace ahora 20 años, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. En la pared del vestíbulo que da acceso a la Biblioteca está impreso el bello poema de amor Cuando tu apareciste, que Alberti dedicara a Mª Teresa. Cuando llegues, si te detienes a leerlo, sabrás ya en la misma entrada del poder de las palabras para ordenar el desorden de tu mundo. Y cuando finalmente entres, cuando emprendas ese viaje, te propongo que no lo hagas como un turista apegado a guías, itinerarios y catálogos; que pruebes a intentarlo como el viajero predispuesto a dejarse sorprender por cualquier rincón, por cualquier página de ese mar de hojas y de sensaciones que allí late y que, como todo mar, esconde riesgo y evoca libertad, apuesta y aventura.

La vida de Mª Teresa León tuvo que ver con eso, con el compromiso, con la libertad, la apuesta y la aventura. Que la Biblioteca lleve el nombre de la escritora es uno de esos reconocimientos que no siempre sucede. Sin dejar de resultar acertada la elección del nombre Gonzalo de Berceo, una década antes, a esas alturas ya no pareció adecuado dar el nombre de Antonio Machado a esa Biblioteca. Y nunca han tenido reconocimiento preservando su memoria personas como aquel infortunado andaluz que terminó aquí como gobernador civil y que cumpliendo con el deber que la ley fijaba fue asesinado en las escaleras de la Catedral en 1869; ni tampoco, con la denominación de alguno de nuestros espacios públicos, otros responsables de distintas instituciones fusilados durante la guerra del 36 por no traicionar lo que se habían comprometido a respetar. Esa consideración, ese reconocimiento, 'divide a la sociedad' dicen responsables políticos que finalmente terminan alimentándola. 

Entre los pertenecientes a aquella generación de la Transición, con grietas e imperfecciones pero que logró lo que logró, hay quienes defendiendo intereses propios terminan asfixiándose entre los brazos de un pretérito oscuro. Lo hemos visto otras veces y lo vemos estos días. Pero predominan aquellos cuyas preocupaciones no se agotan en los precios de la cesta de la compra y en una idea de patria; aquellos que entre sus preocupaciones figuran otras muchas como el que desde arriba hacia abajo se expanda un viento ético de reconocimiento y respeto.