La normalidad ha vuelto a los comedores escolares después de que la pandemia hiciera mella en su número de usuarios, ya fuera por las situaciones laborales de las familias, la ausencia de extraescolares o el miedo. La cifra de alumnos se acerca cada vez  más a la de inicios del curso 2019-2020 y resulta prácticamente similar a la del ejercicio anterior. Durante el actual, un total de 8.627 comensales utiliza este servicio, frente a los 7.730 del 2021-2022, lo que supone 897 más, incremento que también se deja nota en la asistencia diaria, con una media de cerca de 7.000, mientras que el número de los que acuden de forma esporádica continúa a la baja con tan solo 39 este año.

La Federación de Asociaciones de Madres y Padres (Fampa) de la enseñanza pública atribuye esta recuperación a la mejora de los datos del desempleo y el fin de los ERTE que protagonizaron la crisis sanitaria, lo que lleva a las familias a aprovechar este servicio como medio para poder conciliar la vida laboral y personal. «Si deja de trabajar una persona de la unidad familiar, o las dos, los niños suelen comer en casa», afirma su presidente, Francisco Sánchez.

Remontándose más en el tiempo, la información facilitada por la Consejería de Educación revela que la cifra de usuarios correspondiente a este curso es de las más elevadas del último lustro. Así, en el periodo 2017-2018 esta ascendía a 7.973, aumentando al siguiente hasta los 8.637 y llegar al máximo en el 19-20 con 8.704, bajando de manera drástica a 7.224 en el 20-21, cuando volvieron las clases presenciales pero con estrictas medidas sanitarias y de seguridad. 

(Más información, en la edición impresa de hoy de Diario de Burgos)