La segunda vida de la Vera Cruz

I.P. / Torrepadre
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Durante tres décadas largas, la Asociación Amigos de Torrepadre ha ido haciendo hucha para restaurar su ermita. En junio se inició la primera fase, a punto de culminar

José María Valdivielso (i.) y varios vecinos más de la Asociación Amigos de Torrepadre, delante de la ermita en pleno proceso de rehabilitación. - Foto: Valdivielso

Han pasado tres largas décadas desde que un domingo en misa, el cura de entonces avisara a los vecinos de que había cierto interés foráneo por comprar la ermita de la Vera Cruz de Torrepadre. Ese mensaje no pasó desapercibido para los habitantes del pueblo, que desde siempre han venerado este templo, enclavado en el casco urbano y testigo de la historia, fiestas y costumbre populares. 

Entre perplejos y molestos, un  grupo de vecinos, encabezados por el siempre activo José María Valdivielso (expresidente de la organización agraria Asaja), decidió dar un paso adelante con dos objetivos. Uno, evitar que el templo cayera en manos desconocidas y dos, rehabilitar el inmueble que ya daba señales de deterioro, conscientes de que el Arzobispado, titular de la ermita, no iba a gastar un duro en su conservación.

Con esa doble motivación nació la Asociación Amigos de Torrepadre, que comenzó a hacer hucha para  salvar su ermita. Por aquel entonces convivíamos con la peseta y se fijó que cada socio aportara unas 10 pesetas al año. El montón iba creciendo y también la entidad, que llegó a contar con unos 50 o 60 socios; los hijos se iban uniendo a los padres y de aquellas pesetas se pasó a los 10 euros que se siguen pagando. Además, la asociación editó un libro de Torrepadre -se sigue vendiendo a 15 euros- y la recaudación se fue sumando a las aportaciones vecinales. No han faltado tampoco algunos mecenas que han colaborado con cantidades importantes a la causa.   

El tiempo iba pasando y el templo corría riesgo de venirse abajo. Finalmente, hace un par de años se firmó el acuerdo de cesión temporal de la ermita por 25 años, con prórroga de otros 25 con la Diócesis, lo que ha permitido redactar el proyecto de restauración y ejecutar  las obras de la primera fase, presupuestadas en algo más de 42.000 euros. Para entonces, la recaudación de Amigos de Torrepadre rondaba los 37.000 euros. 

Los trabajos, que se iniciaron en junio pasado, han consistido en retirar el viejo tejado e instalar nueva cubierta de madera, la restitución de piedras que se habían desprendido y el rejuntado de muros y paredes, así como reconstruir una bóveda interior resquebrajada.

En cuanto al interior del templo, se ha perdido buena parte de sus principales elementos religiosos y artísticos que, incluso, han sido objeto de robos. Algo se ha podido salvar, como un valioso Cristo, de tal manera que un vecino se ha comprometido a restaurar lo que pueda que podrá retorna a su lugar  de origen cuando acaben las obras en su totalidad.   

El milagro pues no ha venido del cielo, sino de los propios vecinos, ahora satisfechos de haber recuperado el templo, que se destinará a fines sociales y culturales, tal y como contemplan los propios estatutos de la Asociación Amigos de Torrepadre, que además, especifican que en caso de desaparecer la entidad, todo su patrimonio pasa al Ayuntamiento, concreta José María Valdivielso.

A punto de culminar las obras de esta primera fase, quedaría para una segunda rehabilitar el interior, echar el suelo y acondicionar el entorno de la ermita y los accesos. No hay fecha para estas obras y también se está pendiente de algunas ayudas que ha solicitado el Ayuntamiento, que se sumarían a lo que la Asociación sigue sumando año tras año. 

Bien patrimonial. La ermita de la Vera Cruz forma parte de ese conjunto de edificios religiosos que dan valor a la localidad, como la iglesia mudéjar de Santa María de Retortillo, en la plaza, y la ermita de Santa María de Retortillo en el poblado del mismo nombre, en la orilla izquierda del Arlanza, que está declarada Bien de Interés CulturaI (BIC).

En cuanto al origen de la ermita de la Vera Cruz no son muchos los datos que se conservan, aunque en el archivo municipal y el conocido como Libro de Pechas de 1769 se hace referencia a la existencia de un templo cercano al casco urbano, así como otros pertenecientes a la misma villa. Al mismo acudirían los vecinos a rezar y a rogar para evitar peligros y buenas cosechas, siguiendo las costumbres que se mantenían en la mayoría de los pueblos agrícolas y ganaderos. 

En todo caso, en tiempos más recientes, los vecinos han celebrado en la Vera Cruz algunos actos, como  la procesión de San Esteban patrón del pueblo. Esos usos religiosos serán sustituidos en el futuro por actos culturales y sociales.